sábado, 28 de marzo de 2009

Historia del Torneo El Peje Invitacional


El universo siempre nos ayuda a luchar por nuestros sueños, por locos que parezcan. Porque son nuestros, y sólo nosotros sabemos cuánto nos cuesta soñarlos (A orillas del río Piedra me senté y lloré).

En el verano del ´97 a un grupo de amigos nos invitaron un domingo de pasadía a la villa de Carlos Castillo, aquí en Metro. Los hombres, golfistas todos, formaron dos foursomes y se fueron a jugar, al igual que algunas de las esposas también golfistas. Las demás, simplemente nos quedamos disfrutando de la piscina.
En una ronda, hoy histórica, entre birdies & beers, coincidieron que sería divertido celebrar un torneo de amistad en el que pudieran integrar otros amigos golfistas. Eligieron la fecha de cumpleaños de Ángel Rosario, integrante del grupo, como motivo para la organización del primer evento.
La iniciativa se convirtió desde su inicio en una feliz idea debido a la acogida que recibió, tanto entre los invitados, con un número de foursomes que duplicó el número que se había concebido originalmente (no más de 10, es decir 40 jugadores, pero alcanzó a más de 80)) como entre los patrocinadores, que tras doce años, continúan en su mayoría apoyando el torneo.
Debido al entusiasmo y la alegría reinante en todos los torneos, cada año aumenta el número de los invitados, hasta el punto de exceder siempre el cupo, y El PEJE, que tiene un millón de amigos como dice la canción, se ve en apuros con los que dejan la inscripción para última hora. Como también se incluye a las familias para el almuerzo de premiación, en el Club se arma una algarabía fenomenal.
Al primer torneo, dedicado a Ángel Rosario (EL PEJE), le siguieron dedicatorias a personas que reúnen estas dos características: Ser amigo de EL PEJE y amante del golf. Por eso fueron seleccionados Máximo Pellerano, Jorge Lorenz, Fausto Sicard, Conrado Bogaert, Charlie Lubrano, Papía Najri y Khalil Haché, y se han hecho varios reconocimientos más. También se ha dedicado a la fidelidad de los patrocinadores que desde su origen lo apoyaron – Metro Country Club, en la persona de Luis José Asilis, Brugal & Co., Molinos del Ozama, Productos Chef, El Catador, Bancamérica, Asociación La Nacional, Hilsa, Santo Domingo Motors, Leche Rica, Cervecería Nacional Dominicana, ARS Humano, Chemprod, entre otros - contribuyendo a su fama y a la característica que lo distingue de los demás torneos: Todos los participantes, sin excepción, regresan a su casa, no solo con la satisfacción de un buen juego y un rato de diversión entre amigos, sino también cargados de regalos.
En los últimos dos años, por iniciativa de Luis José Asilis, EL PEJE se unió al Torneo de Metro, por lo que a los golfistas del Santo Domingo Country Club, de La Romana, Jarabacoa, Puerto Plata y delegaciones que algunos años han venido desde Panamá, Estados Unidos de América, Puerto Rico y otros países, se agregan los socios de este Club.
El pasado año 2008 decidimos dedicarlo a la realización de un sueño, venir a vivir a Metro a pasar nuestros días felices Juandoliando y realizando a la vez una labor de servicio a la comunidad.
Ya está reservada la fecha para el próximo 10 de octubre, que es el sábado más cercano a la fecha de cumpleaños de El PEJE, costumbre que se ha mantenido todos los años, salvo raras excepciones en que por algunas circunstancias, como el ciclón George, se pospuso para otra fecha. Aunque se da preferencia a la fidelidad de los jugadores que han estado presentes año tras año, si deseas participar, hazte amigo de EL PEJE y ponte en lista desde ahora, no vaya a ser que te quedes fuera.
Para los que se preguntan porqué este nombre de EL PEJE, les digo: Esa pequeño Adams, es otra historia…

sábado, 21 de marzo de 2009

¡LOS JUEVES SE JUEGA BINGO!


No debería causarme asombro, pero lo hace, la reiterada pregunta de la gente de si resulta aburrido vivir en Metro. Hoy mismo, para no ir más lejos, mi hermano estuvo de visita en casa y me hizo la pregunta.

Por coincidencia también estaba presente Huáscar Valera, que ahora es nuestro vecino, y comentó lo mucho que habíamos gozado en la chercha del bingo. Pues si, no se asombren, los jueves se juega bingo y vamos no solo las mujeres, sino también algunos de los esposos que van a darse sus traguitos y terminan disfrutando de los chistes, la risa, y el alboroto que hacemos durante el juego.

Realmente no soy ¨a bingo person¨, y hacía más de 30 años que no había participado en uno; la última vez fue cuando estaba iniciando labores de parto para tener a mi hijo Ángel, y decidí unirme al juego para entretenerme en lo que se desarrollaba el proceso, antes de internarme. De hecho no soy aficionada a los juegos de mesa, con excepción del Scrabble, que por ser juego de palabras, es uno que me gusta jugar cuando estoy de vacaciones en Jarabacoa.

Aquí en Metro he asistido al bingo varias veces con la principal finalidad, al igual que al juego de angelitos en diciembre, de conocer y socializar con las vecinas, pero nunca pensé que lo iba a disfrutar tanto.

Este último jueves me había olvidado de que era noche de bingo, cuando caminando por el sector para hacer ejercicio, me encontré con Patricia cortando flores frente a su casa y me lo recordó, pues ella era la anfitriona a quien le tocaba esa noche. La costumbre es que se turne cada jueves en una casa diferente y el brindis corre por cuenta de la dueña de la casa. De cada ronda se saca una parte del dinero para la alcancía de la leche de los niños de Los Conucos.

Jugar bingo en Metro es una buena manera para conocer no solo el nombre de las personas, también su carácter, sus historias, sobre todo a mi que me gusta contar cuentos, y al final todo termina con muchas risas, con las alusiones que al cantar un número se hace a la edad de alguna, o que si el 66 se parece a las tetas de otra, los nombres jocosos que se le dan a los números, que si vas muy rápido y tengo muchos cartones, que si la que viene por vez primera está ganándole el dinero a todo el mundo y se le amenaza con tirarla a la piscina o no dejarla participar de nuevo. Y entre copas de vino vienen y cervezas van, el ánimo va cambiando, y aunque pierdas unos cuantos pesos, no siempre la que gana es la que goza, como ocurre en otras situaciones de la vida.

Marilú ha amenazado con abandonar la tarea de ser tesorera si no nos portamos bien, Esperanza está indignada porque entiende que hay demasiado relajo, Patricia le advierte a Manolín que cuide sus cartones y se deje de estar chequeando otros bolos, Betania mortificada porque su perra había parido cinco perritos y debe irse, a Mercedes la deprime no ganarse ni un ¨bandiao¨ o algún ¨cuadrito¨, las Indiras son las que más gozan, Sofía juega tranquila, Jackie no habla mucho porque tiene que concentrarse, y al final cuando se juega al cartón lleno, el ambiente se llena de tensión expectante, y termina Arlette llevándose todos los cuartos. El jueves me toca a mí, así que están todas invitadas.

martes, 17 de marzo de 2009

DONDE SE COME BUENO



Cuando estés Juandoliando, no dejes de visitar algunos de estos restaurantes, si de verdad quieres tener una experiencia gourmet diferente.
Me comenta mi amigo Sergio Scalella, que además de Chef es restaurantero de la capital, que uno de los mejores lugares para comer bueno aquí en Juan Dolio es el Hoyo 19 de la Casa Club de Metro. La vista a la piscina y al campo de golf es realmente un regalo para los ojos.
Como degustación especial les recomiendo su ya famoso chivo guisado sin huesos, o las pechugas cordon bleu que son mis favoritas. El otro día un amigo pidió y me dio a probar chile con carne y realmente me encantó. Una de las novedades del Club es que los meseros recientemente cambiaron su uniforme por frescas y elegantes chacabanas de lino que le dan un look muy apropiado para el ambiente playero. El chef, Jerson Santos, es un reputado profesional en su área y junto con el resto del personal brindan un esmerado servicio.
Uno de los lugares más concurridos de Juan Dolio es El Mesón, restaurante español atendido personalmente por su dueño, José Luis Llorca. La comida, especialmente los mariscos y la paella, es estupenda, y algo muy importante, las raciones son muy generosas. Conozco amigos que vienen de la capital algunas veces solo para almorzar en este sitio, y otros, que son ¨muy buen diente¨ como dice la gente, me dicen que uno de sus atractivos es precisamente que allí se aplica lo de que donde ¨come uno comen dos¨ como se decía antes, pues de verdad, te sirven en abundancia. Ayer compartí con mi hija unos fettucinis con langosta que estaban divinos. Los viernes en la noche tienen música en vivo, así que después de una llenura, puedes dar una bailadita y junto con el licor, cortesía de la casa, ayudas tu digestión aunque la tengas pesada.
El Sueño, al igual que El Mesón, es también de los más concurridos de Juan Dolio, tanto por turistas italianos como por dominicanos. Su especialidad es la comida italiana y queda cerquita de la playa. También tiene música en vivo los viernes, aunque la última vez que cenamos allí, las canciones que oí solo los italianos las conocerían pues, al menos a mi, no me resultaron familiares.
Hablando de comida italiana, en el Mandalay, las pastas son excelentes, y tienen una gran variedad de comida, incluyendo sushi. El dueño lo adquirió recientemente del propietario del restaurante La Terraza del Pescador, que aparte de que está en la playa, tiene los pescados y mariscos más frescos que pudieran existir como dice Barney.
A mi nieta Isabel le gusta ir a El Concón, me imagino que por la pizza. Aunque no es una de mis comidas preferidas, el tipo de pizza que hacen allí es de las que me gustan: a la leña, con la masa finita y crujiente, así que, Juandolianderos ¡A comer se ha dicho!.

lunes, 9 de marzo de 2009

NO ESTAMOS RETIRADOS: DISFRUTAMOS UN NUEVO ESTILO DE VIDA




Es un secreto a voces que nuestra capital, Santo Domingo, es una ciudad colapsada: el ruido, los apagones, el calor y los tapones, los conchos, los pedilones, los delincuentes, las peripecias que tienen que atravesar los peatones y una lista interminable de cosas que hacen de sus habitantes verdaderos sobrevivientes.
Sectores que otrora eran remansos de paz han dejado de serlo, y hasta los habitantes de otros tan exclusivos como la Ave. Anacaona , apenas se atreven a mirar a través de sus ventanales el hermoso parque que la bordea, ya que se ha convertido en lugar preferido de asaltantes que, a plena luz del día, atacan las familias que osan escogerlo como lugar de esparcimiento para los más pequeños.
En momentos en que obtener una segunda vivienda se torna inaccesible para la clase media, la proximidad a la ciudad de Juan Dolio, ha hecho que el lugar, que siempre tuvo atractivo por su cercanía, se reinvente como sitio turístico, para reposicionarse como destino preferido de residencia de medio o tiempo completo, pasando de la modalidad del todo incluido a proyectos como Metro y los de su grupo, Marbella, Costa del Sol, y muchos otros.
El lugar se está convirtiendo de forma cada vez más rápida en un suburbio no solo de la capital, sino de ciudades cercanas como San Pedro de Macorís, cuenta en la actualidad con cientos de familias que tenemos aquí nuestra residencia principal, incluyendo a parejas jóvenes y de mediana edad que se trasladan a sus sitios de trabajo todos los días, y vuelven al caer la tarde a disfrutar de la tranquilidad y aire puro que se respira en el área.
A los que nos preguntan cómo es vivir en Metro, les digo que nuestra vida se desenvuelve no de forma ¨normal¨, si por esa palabra se entiende el estrés y los afanes de la capital, pero si en la forma primigenia en que recuerdo mi infancia, mi adolescencia y nuestros años como jóvenes padres en Arroyo Hondo, criando niños que hoy son adultos que anhelan, no solo el éxito profesional, sino la calidad de vida que por tan corto tiempo disfrutaron y hoy les niega la ciudad.
Estamos redescubriendo cada día la frescura y belleza del amanecer rodeados de vegetación húmeda de rocío, el azul de un cielo que poco a poco habíamos olvidado ya que apenas se alcanza ver sobre las altas torres, el rosado atardecer que cae sobre nuestra casa revistiéndola de mil tonalidades, hasta el impresionante concierto del anochecer donde los grillos compiten con los demás habitantes de nuestro patio, y si prestamos atención escuchamos quizás allá lejos el murmullo del mar, que se une en el sonido del silencio para terminar en una sinfonía que nos ofrece la Madre Naturaleza cada noche.
En una próxima entrega les contaré sobre las vivencias de estos primeros meses, la cálida hospitalidad de los residentes en el sector, el placer de recibir informalmente la visita de amistades sin tener que angustiarnos con las formalidades que se exigen en la ciudad, facilidades que ya teníamos olvidadas, como es disfrutar de 24 horas ininterrumpidas de electricidad, y la libertad que representa vestir y vivir de forma casual, sin los estiramientos ni pretensiones que nos imponen otros estilos de vida.