martes, 31 de enero de 2012

RUNNING AWAY FROM THE GEESE



Entrado enero celebré en el 2011 el Año Nuevo y este año al parecer me pasó lo mismo. ¡Ni que fuera china! Pero es hoy, último día de un mes que se pasó volando, que decido despedir el año viejo, porque entre días festivos, visitas y las situaciones personales, familiares y de salud que se presentaron, no tuve el tiempo para hacer lo que generalmente se hace al comenzar el nuevo: revisar lo vivido, hacer planes, trazar nuevas metas…

Y aunque soy de las que creen que no hay que esperar al lunes o una fecha específica para ponerse a dieta, hacer ejercicios, o empezar un proyecto, el hecho de que pasadas las dos primeras semanas del año, cuando saqué el tiempo y las ganas, la caminata terminara con una estrepitosa y sangrienta caída a causa de la mezcla de crocs y gansos; gozosa de que al fin pasó el último feriado del mes, decidí que el fin de enero es un buen día para despedir y comenzar un año, reemprender en serio la meditación y ejercicios yoga y tratar again and again de adoptar una nueva actitud ante la vida.

Pero como Juandoliando se vive lo inesperado, en lugar de yoga lo que se me presentó fue la oportunidad de unirme a un grupo internacional formado por dos inglesas, una española, una italiana, la instructora colombiana de yoga y esta dominicanita en una caminata por la playa de más de dos horas. Todas estuvimos de acuerdo en que el día más bonito y el clima más agradable no podían estar, así que caminando descalzas por la arena, cerquita del agua, recibimos las embestidas de las olas que en ocasiones nos llegaban a las rodillas y alternando parejas chachareámos en inglés, español e italiano acerca de esos temas inacabables que nos gustan a todas las mujeres. Cansadas, nos separamos. Algunas decidieron quedarse disfrutando la playa y otras buscamos en una ducha tibia, la oración y el descanso, el alivio y la energía necesarios para vivir a la expectativa de lo que nos depara el día a día!