martes, 26 de abril de 2011

¡FELICES PASCUAS!


Como siempre digo, las fiestas más lindas del año son ¿por coincidencia? las que conmemoran el nacimiento y la resurrección de Cristo, nuestra Pascua.
Cristianos o no, el asunto es que para las Pascuas de Navidad difícilmente alguien pueda sustraerse a la alegría y el aire de fiesta que reina en esa época, en la que los niños tienen un especial protagonismo, porque aún aquellas personas que no piensan en el sentido religioso de que está revestida, el tema de los traguitos, que si el pavo o el puerco asado, el gozo de dar y ayudar a los que menos tienen, los adornos y las luces, es algo que difícilmente pueda un Scrooge cualquiera ver cómo sucede sin involucrarse de una forma u otra.
Similar es lo que ocurre al terminar la Cuaresma, tiempo de oración y penitencia en que, aunque cada quien elija hacer el sacrificio de privarse de algo que le guste, al tratarse de una comunidad como Metro, pequeña pero en constante crecimiento, disfrutamos de tradiciones ya perdidas como es llevarle a los vecinos las famosas habichuelas con dulce. Ya desde el Domingo de Ramos se empieza a sentir la alegre expectativa de que, luego del Triduo Pascual, celebraremos la fiesta más bella del año: ¡Cristo Resucitado!
Temprano el domingo en la mañana se levantaron los niños para la Búsqueda de los Huevos de Pascua que dejó algún conejito escondidos en los jardines de la Casa Club. Desde los más pequeños como Lucía, Nico, Valeria y Samuele hasta los más grandecitos, como Isabel, Manuel y Estrellita disfrutaron grandemente cuando veían las brillantes formas y colores contrastando con el verde de los arbustos.
Y luego, comenzó toda la comunidad a reunirse para celebrar la Eucaristía. Cuando llegó el Padre Ángel, estábamos todos esperándolo para la ceremonia del encendido del Cirio Pascual. Desfilamos el corto trayecto desde la entrada hasta el altar improvisado en el que celebramos la misa, escuchamos, sintiendo como si fuera novedad, la Buena Nueva de la resurrección de Cristo, los cantos, las oraciones, la comunión o pan compartido entre hermanos, para terminar con abrazos y exclamaciones, felices por la expectativa de vivir los próximos 50 días que culminarán con la llegada del Espíritu Santo, repitiendo en cada amanecer: ¡Este es el día que hizo el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo!