Nos cuenta el Ing. Alejandro
Martínez que el 31 de diciembre del
2007, estando en Guavaberry con unos familiares de España de su esposa Teresa, uno de ellos, con raíces
católicas muy profundas, le expresó su deseo de despedir el año asistiendo a
misa. Como en Juan Dolio no se celebra misa ese día, llamaron al padre Luis Antonio
González, familiarmente conocido por todos
como el Padre Niño, para preguntarle
dónde oficiaría esa noche en San Pedro de Macorís, a lo que respondió que a las
8 de la noche iba a celebrar en una iglesia desconocida para ellos que se llama
Cristo Redentor y está ubicada en el
Ingenio Santa Fe.
Al sentarse a escuchar misa esa noche y observar las condiciones en que se encontraba el templo, se dieron cuenta enseguida que
sus instalaciones necesitaban un remozamiento urgente.
Al concluir la celebración, en el antiguo portal
techado de zinc de la iglesia (el cual fue destruido por uno de los fenómenos
atmosféricos que han pasado por esta zona), el pariente español comentó que
porqué no se aprovechaba el inmenso solar contiguo a la iglesia para construir algo más
grande y moderno, agregando que quizás él podría canalizar una ayuda de la
comunidad a la cual pertenece en España. Ese comentario encendió la chispa
inicial para un proyecto que se inauguró tres años más tarde.
Con fondos que
el Padre Niño y la comunidad parroquial
habían obtenido en varias actividades realizadas para esos fines y las promesas
reales de fondos que se recibirían desde Europa, se hizo contacto con el Arq. Fernando Sánchez para que
elaborara un anteproyecto. Poco a poco, el proyecto tomó forma y comenzaron a
fluir las donaciones para iniciar la construcción a finales de abril del
2008. Este proyecto de 700 m2 de
construcción, consta de un templo con capacidad para 400 personas, una pequeña
capilla, una oficina parroquial, sacristía, jardinería y baños.
Empero,
lo más significativo es que la iniciativa de construir este templo originó que
se pudieran conseguir otras donaciones de materiales y mano de obra de las comunidades de Guavaberry, Metro y Hemingway
con las que se pudo construir y reconstruir un número importante de casas donde
vivían familias en condiciones infrahumanas y que ahora, gracias al esfuerzo de
estas comunidades, viven en humildes viviendas, pero con dignidad.
Construido
el templo faltaban los bancos, el altar y los ornamentos necesarios para lo
cual nuevamente los vecinos de Guavaberry, a través del holandés Henk Metselaar
y su esposa Marlyn, lograron que algunas diócesis de Holanda y Bélgica
realizaran importantes donaciones que han venido a satisfacer estas
necesidades, incluyendo la campana que desde
la torre congrega con su repicar a los
parroquianos de esta iglesia.
La providencia divina entrega a Santa Fe una
muestra de su amor y planta en este lugar
una huella de su presencia: Un templo nuevo que desde la fe es un
verdadero milagro de Dios para reunir y bendecir a su pueblo, conjuntamente con
la mejora de las viviendas de su entorno. La fe en Dios y el optimismo comunitario
dieron a luz este milagro de llevar a cabo una obra para la que todavía se necesitan recursos
económicos, por lo que JUANDOLIANDO invita a las instituciones, empresas y
personas físicas que se interesen en este proyecto modelo, a acercarse a la
parroquia Cristo Redentor y su
barriada circundante, y realizar el sueño de sus moradores que a pesar de las
precariedades en que viven lo conocen como Barrio
Lindo.