martes, 15 de febrero de 2011
HAPPY VALENTINE
Aunque se debate si es comercial o no, el Día de San Valentín es una oportunidad excelente para recordar que hay muchas maneras de demostrar nuestro cariño, no solo a la pareja sentimental, sino también a nuestras amistades.
Amistades que hemos cultivado en diferentes etapas de nuestras vidas, desde nuestras compañeras de colegio y universidad, grupos de los que formamos o hemos formado parte por diversos intereses, desde hobbies, ejercicios y deportes, hasta comunidades de oración o crecimiento espiritual.
Actualmente disfruto mucho mi grupo de ejercicios en Rhapsody, el gimnasio de Indirita en Metro Country Club, y este 14 de febrero con el motivo de conocer su nuevo apartamento, en lugar de zumba, pesas o pilates, nos dedicamos a ejercitar los codos bebiendo Proseco y una que otra cerveza vestida de novia, en el caso de aquellas a las que no nos importa mezclar. Por supuesto estas bebidas nos abrieron el apetito para saborear todas las ricuras que preparó nuestra anfitriona, con sus propias manitas, porque además de ser nuestra entrenadora en fitness y engrase de coyunturas para mover no solo esqueleto sino también las masas sugestivas de nuestros cuerpos, mientras nos miramos en los espejos del gimnasio y nos contoneamos repitiendo con la canción: “Mami, tu si estás buena”, es una Chef at Home de grandes ligas.
No hay como un grupo de amigas para apoyarnos y levantarnos mutuamente la autoestima, y cuando al baile y el entrenamiento de bíceps, tríceps y cuádriceps, por no mencionar todos los otros nombres que Indirita nos vive repitiendo para hacer más soportable el dolor de levantar pesas, si agregamos, como dije, bebernos unos traguitos haciendo brindis que con el paso de las horas nos hacen recordar los videítos de los Huevos Tototes, entonces salen a relucir las historias de nuestros amores y desamores y la celebración de San Valentín se convierte en lo que Yhossi proclama como la mejor que ha tenido en su vida. Verdaderamente tuvimos un Happy Valentine!
lunes, 7 de febrero de 2011
FUMANDO PUROS DE CARLOS FUENTE
¡A lo que uno se atreve! Ese domingo en la clausura y premiación del Torneo Juan Marichal en la Casa Club de Metro Country Club, compartía con algunas parejas cuando una amiga me animó a probar un puro. Yo, que hace cuchumil años dejé de fumar cigarrillos ¡gracias a Dios!, sólo para estar en “coro” me atreví a hacer la prueba, total pensé ¿qué me podía suceder?
El hecho es que pasamos unos momentos de chercha y risas de los que sólo suceden cuando nos reunimos “las muchachas”. Mayra había fumado ya bastante y se ofreció a enseñarme. Lo primero es cómo se agarra el cigarro porque para esto hay que tener estilo y en el caso de las mujeres es diferente a los hombres: se toma el puro colocando los dedos de abajo hacia arriba utilizando solo cuatro, pero sin dejar que se desluzca el meñique que no está involucrado en la operación. Luego, bien metido en la boca, lo muerdes apretando los labios. A continuación se le da una mojadita con la lengua y después se inhala, cuidando de no tragarse el humo, sino dejándolo salir lentamente por los labios con expresión de mujer de mundo acostumbrada a compartir con los varones.
Como era de esperar, sin querer, tragué un poco del humo y vino el ataque de tos. Por suerte Magaly estaba al lado y me auxilió con un traguito de whiskey. Trato de nuevo, repitiendo todo el proceso, agarro, muerdo, mojo con la lengua, aspiro, y aunque esta vez no me ahogué, definitivamente no creo que pueda llegar a ser fumadora de puros, aunque, ¿saben?, me quedaría bien el look con un sombrero de los que usan los escritores estilo Dino Bonao, y una pose a lo Simone De Beauvoir la de Jean Paul Sartre, aunque más sexy.
Por suerte vino en mi auxilio Patricia, que tiene un histrionismo a toda prueba, y desde el primer intento: ¡lo logra! Y yo que perdí la oportunidad de retratarme con Carlos Fuentes, pero, aunque creía que se había marchado, veo que vuelve, así que aprovecho para la foto, pero esta vez con Patricia de modelo.
¿Y saben? … de regreso a casa pienso en el sabor dulzón que me dejó el humo en la boca y entiendo porqué, aunque antes me pareciera extraño, fumar puros es un placer que quizás valga la pena cultivar.
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