martes, 27 de abril de 2010
En ElConuco Comiendo Helado de Frutas
Aunque tengas un huerto de hierbas aromáticas, como es mi caso, casi todos los días necesito comprar algunas frutas y vegetales frescos para complementar y balancear el menú diario en mi casa.
Por eso recibí con alegría la apertura de este nuevo establecimiento que es a la vez heladería y venta de frutas y vegetales recién cosechados.
Las mezclas de colores y olores, tan agradable a la vista y al olfato, hace de mis visitas a este nuevo establecimiento en Juan Dolio un verdadero placer, por lo que he ido compartiendo esta noticia con mis vecinos y amistades y a menudo coincidimos en nuestras compras regulares.
En El Conuco, puedes encontrar no solo una gran variedad de frutas recién cosechadas, sino también los vegetales que necesitas para preparar una fresca ensalada, con ese contraste de colores que nos proporcionan el amarillo, rojo y naranja de los pimientos, con el verde de los aguacates, el morado de las berenjenas y la variedad de víveres, incluyendo nuestros tradicionales plátanos para hacer ese sabroso mangú al que somos tan aficionados los dominicanos.
También puedes conseguir miel artesanal y un pan campesino que aparte de su incomparable sabor, tiene una deliciosa textura, sin contar que es el complemento perfecto para cualquier comida, ya que por lo general a todos nos gusta acompañar nuestros guisos y carnes con una rebanada de pan fresco.
Lo que más me gusta es que mientras hago mi compra y escojo las frutas y vegetales preferidas en casa, puedo hacerlo degustando uno de los deliciosos helados que venden en la Heladería Tropical que forma parte del negocio, en todos los sabores imaginables, mientras le voy dando pequeñas mordidas al rico y crujiente cono en el que te sirven tu helado, si así lo prefieres.
Para llevar, y resolver sin afanes el tema del postre, especialmente cuando tienes invitados, encuentras también bellas y deliciosas tortas heladas al estilo italiano en varios sabores y presentaciones, las cuales puedes adquirir enteras, o en porciones.
Ubicado en la Ave. Boulevard, Plaza Castilla, Villas del Mar, su teléfono es el (809) 526-1068.
domingo, 18 de abril de 2010
LA VIDA SENCILLA
Entre una cosa y otra, he perdido la capacidad de devorar libros como antes. Ahora soy más selectiva en lo que leo, no solo porque me paso los días Juandoliando, sino también por otros factores que se suman: El trabajo arduo luchando por salir adelante, la vista que se me ha disminuido y me dificulta leer de noche que es cuando estoy más tranquila, los viajes a la capi en los que apenas alcanza el tiempo para completar la lista de pendientes, además de que al segundo día de estar en la ciudad, nos entra un especie de desespero por volver al hogar.
Por suerte desde hace mucho he desarrollado la capacidad de sacar la esencia de las lecturas de un solo vistazo a la página, aunque a veces es necesario leer y releer algunas ideas que te calan muy fuerte, y entonces te dan ganas de rumiar y masticar el mismo párrafo hasta sacarle todo el significado especial que tiene para ti.
Dice la antigua sabiduría que cuando el alumno está preparado llega el maestro. También es cierto que los pares se atraen, y de una forma u otra lo compruebo con algunos de los seguidores que se me han unido en twitter.
Aunque actualmente me entero de las noticias a través de mi esposo a quien le encanta pasar todo el día oyéndolas en la radio o la TV, de cuando en cuando tomo el Diario Libre entre mis manos y los sábados en particular, como si fuera atraída por un imán, dirijo mi atención a dos columnas con cuyos autores me siento identificada.
Una es Espejo de Papel, columnita pequeña, pero grande en ideas de Homero Figueroa y la otra es Saudades de la escritora Ligia Minaya, que al parecer vive actualmente en Denver, Colorado.
La de este sábado 17 de abril me llamó especialmente la atención, porque Ligia habla de algunas visitas que hizo recientemente a unos amigos que entiendo deben ser residentes en Santo Domingo, y cómo al sentir el contraste entre la prosperidad en el cambio de yipetas y carros cada vez más caros, muebles y ajuares y todos los símbolos de la riqueza que se complace en deslumbrar a otros más que en el disfrute personal, pensó que fácilmente hasta en las relaciones más íntimas y personales, la gente puede fácilmente cambiarte por otras “más caras”, así que ¡watch out! no te dejes sorprender. Gracias a Dios, lo que es a mi, los que más quiero no me cambian.
Al igual que Ligia, pienso que hoy en día no encajo en lo que podría ser una triunfadora, porque no disfruto de una vida social deslumbrante, aunque a menudo recibimos muchas visitas de amigos y familiares que vienen a vernos y reímos, conversamos y comemos porque a mi esposo le encanta una cocinadera.
Comparto también su afición de gozar con pequeñeces, como ver la belleza de un atardecer o la luna llena, la chateadera con mis hijos hoy lejanos, ver como florece la primavera, y eso que como dice ella estoy lejos de pensar mal de la riqueza, porque con dinero se pueden alcanzar muchas cosas incluyendo el amor y la salud, pues si no lo tienes difícilmente encuentras quien te sane. Lo ideal es no necesitar mucho, pero si estar en paz y contento con uno mismo.
sábado, 10 de abril de 2010
SE VENDE LA CASA IDEAL
Antes de mencionar su ubicación, los metros cuadrados de construcción, el tamaño del solar, las terminaciones o comodidades que pueda tener, debo decirte cuáles son los aspectos más importantes de esta casa.
Sus cimientos y paredes están hechos de una mezcla cada vez más escasa porque no se oferta en el mercado: Amor, trabajo arduo, fe en la providencia divina, ahorros hechos a base de una vida sencilla y frugal, perseverancia en la vida conyugal, ilusiones y sueños realizados.
Sus pisos, a prueba de carreras de niños jugando, arrastrando carritos, bicicletas y patines tienen además un terminado a prueba de resbalones para piecitos mojados que cruzan traviesos al salir de la piscina para ir en busca de alguna golosina.
Su cocina, aunque todavía conserva el brillo de lo nuevo y bien cuidado, está llena de la mezcla de olores del café recién colado en la mañana, los jugos de frutas del desayuno, el pan recién calentado, la cocaleca que esperaron los niños con los ojitos brillantes y expectantes, la fragancia que dejan las verduras frescas y aromáticas en las sopas y los guisos.
Al cruzar el umbral de su puerta, a cualquier hora del día o de la noche, te impacta una fuerte sensación de paz y bienestar, de claridad y alegría.
En seguida tus ojos son atraídos hacia la terraza, donde la paz que sientes en la entrada se convierte en una tranquilidad y relajamiento total, en un desear acomodarte en uno de sus sofás o mecedoras y descansar la mirada en el verdor que te rodea, permanecer allí sin límite en el tiempo y, solo haciendo un esfuerzo y con el anhelo de volver pronto a disfrutar tal bienaventuranza, eres capaz de ponerte en pié para marcharte.
La piscina y el área del pergolado forman una combinación tan armoniosa que no te cansas de contemplar el contraste de los azules, con los cremas y marrones de las maderas, los grises de las lajas y el ocre de las tejas, y en las tardes cuando ya ha bajado el sol, te tienta reclinarte en una hamaca a contemplar el cielo, sin tener una sola preocupación o angustia en tu vida. Y luego, antes del anochecer, si estás dentro de la casa, te sorprendes cada día con las puestas de sol porque la luz al chocar con el alto encristalado frontal baila ante tus ojos formando círculos de colores, y si estás en el patio, por la intensidad del fucsia y el naranja que encienden el cielo antes que se oculte la última rodajita del astro.
Al llegar la noche, si es tiempo de luna llena, no te decides a dejar la terraza y entrar en la casa, aunque te piquen algunos ocasionales zancudos, que puedan estar rondando, pues junto a los grillos y a veces el croar de unas ranitas, se da inicio a un concierto de criaturas que reclaman un hábitat que hasta hace apenas par de años era de su absoluto dominio.
Antes de preguntar su precio, para saber si conviene la inversión, es necesario saber si además de los que vivirán bajo su techo, tienes una familia lo suficientemente numerosa como para llegar a reunir cien o mas personas, desde bebitos en sus coches, niños y niñitas, nanas que los cuidan, jóvenes adolescentes, parejitas recién casadas, adultos en su mediana, tercera y hasta cuarta edad a quienes les guste celebrar cumpleaños y festejos familiares, mientras hablan en voz alta todos al mismo tiempo, beben, se ríen, oyen música, bailan, y no le dan tregua a la picadera y al asado, hasta el punto de que si te descuidas te quedas sin comer.
Es necesario preguntarte también si tienes hijos amorosos que aunque vivan en la ciudad o en países lejanos vienen al menos de cuando en cuando a pasar las vacaciones y nietos que, aunque apenas están empezando a caminar con pasos vacilantes, con la ayuda de su mami, la nana o una primita, aprenden a bajar las escaleras, primero deslizando sus nalguitas peldaño a peldaño y luego sujetándose fuertemente a la baranda.
Si eres capaz de recibir incansable la visita de amigos que se sienten en libertad de venir en cualquier momento a beber café o un vaso de agua refrescante cuando están en la zona y necesitan descanso, o si el anfitrión de la casa es tan amiguero como para desear constantemente le visiten sus amigos, que vengan a quedarse y pasar un fin de semana o unos días, cuando los hijos y nietos no están, y a veces aunque estén, para sentarse a conversar y compartir unos tragos mientras se escucha la música en el Ipod.
Si disfrutas cultivar un huerto y hacer tus ensaladas con verduras recién cortadas, si te atrae la idea de no necesitar más adornos que las bandas de orquídeas desbordantes de flores; si junto con la fresca brisa, te agrada la idea de recibir en tu rostro y en toda tu piel los primeros rayos de sol de cada día, al tiempo que elevas una oración de gracias por la vida y el amor.
Finalmente, si al subir, entras a la habitación principal cuando llega la hora de dormir, y te llenas de esas sensaciones que solo producen los lugares donde el amor, la oración y el descanso son huéspedes habituales; en donde todo, incluyendo las paredes, la cama y los muebles, están impregnados de las bendiciones que emanan de la fuente de todo bien, de la gracia que nos llega de lo alto cuando interiorizas y buscas a Dios dentro de ti, dedicando cada día algunos momentos a la oración, habrás descubierto que esta es tu casa ideal.
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