In Memorian
Cada año, tan lejos como me
llevan los recuerdos, ocurría lo mismo.
Temprano en la mañana, el veintiocho de diciembre, Mamá Ana nos
llamaba para darnos alguna noticia, generalmente buena y zonza porque era
incapaz de hacer maldad, como se ha dado
el caso de quienes por estar con la broma han mandado gente al hospital o
matado más de uno de un susto. Desde
hace tiempo por lo menos yo, no caía, pero eran muchos los que se tragaban el
cuento, que si Fulano se ganó un dinero en una rifa o la lotería, o que si la jamona se iba a
casar, o el tío se iba de viaje, o un primo a mudarse a una casa mejor y más grande. A veces, tratando de embaucarnos, se limitaba
a algún cuento más creíble, como que vengan a ver el vestido o los muebles
nuevos que se había comprado.
En esta fecha se conmemora la
festividad de los Santos Inocentes, en memoria de los niños cuya matanza se
atribuye a Herodes, quien para evitar que el niño Jesús sobreviviera, después que
le falló lo de querer engatusar a los
tres reyes magos, Melchor, Gaspar y Baltasar, que no se tragaron el cuento de
que le indicaran cómo llegar donde estaba el niño para él también adorarlo,
sino que se fueron escurriditos por otro
camino, entonces mandó a que pasaran por cuchillo a cuanto infante se
encontrara en “nosecuántos” kilómetros a
la redonda. Pero, como además de reyes
eran magos, los orientales le soplaron
la advertencia a José quien se encargó de proteger a su familia y pusieron los
pies en polvorosa.
Aún así no entendía bien que
tiene que ver la masacre ordenada por el cruel Herodes con el hecho de que te
quieran engañar para reírse a costa de tu ingenuidad, porque lo que son los
reyes ni se dejaron tomar el pelo con todo y las copiosas barbas que lucían, ni volaban sobre el lomo de mariposas, por muy
magos que fueran, sino que montaban a camello como cualquier mortal de esas
regiones; así que lo googlié y ahí es cuando me entero que la
tradición viene de un enamorado que en desespero total ante la indiferencia de
su amada se bebió unos tragos de más y creyendo ver unos monos entre las
ramas del jardín, alertó a los camareros de la fiesta donde se hallaban y
resulta que lo único que encontraron fue una indefensa mariposa. Antes de eso en la Edad Media se celebraban
para estos últimos tres días del año las Fiestas de los Locos, por lo que la
iglesia para contrarrestar el libertinaje e inmoralidad a que estas fiestas se
prestaban, estableció se conmemorara el Día de los Santos Inocentes, en representación
no solo de los que asesinó el loco de Herodes, a cuyo eufemismo todavía se
recurre cuando se quiere amedrentar los niños que joroban la paciencia de los
adultos, sino también de los que tristemente son abortados antes de ver la luz del mundo.
Como ya estamos a fin de año,
aprovecho para anunciar a mis sufridos lectores que con el año que concluye, termina también la publicación de este blog,
ya que de ahora en adelante en lugar de estar Juandoliando quiero dedicarme a
actividades más abarcadoras que podría llamar Mundoliando, y al mismo tiempo
más productivas porque la escribidera, en mi caso, no tiene retribución alguna,
salvo algún comentario de gente a quien he hecho reír o llorar, pero nunca
bostezar de aburrimiento pues si le aburre ¿para qué lo lee? así que, ya lo
saben, con estas líneas les digo adiós:
¡Inocente mariposa!