miércoles, 28 de mayo de 2014
NIURCA
Tejedora de Los Conucos, ejemplo de trabajo y generosidad. Nació hace 66 años en la zona donde actualmente está ubicado Club Hemingway, que entonces se llamaba Punta Piedra, y después Villas del Mar, aunque ahora le dicen "el nuevo Juan Dolio".
Conserva clara su memoria y recuerdos y me cuenta que su papá cuidaba una finca de cocoteros de la familia Serrallés, puertorriqueños, y vivían en una casita de piedra, cal y arena, en la que la cerradura eran trancas, formadas por tablones de madera, el techo cobijado de cana, y las puertas se agarraban con rieles de tren, ya que era tierra de ingenios de azúcar, los pisos de arena, tres habitaciones, dos para la familia de seis hijos y una para echar los cocos, que se iban tirando por un hoyo y que los dueños usaban para fabricar copra, afrecho para puercos y manteca para jabón. La familia Serrallés eran también dueños del ingenio La Cabuya, que Trujillo les quería comprar y ellos no querían vender, pero como el papá sufría del corazón, le dio un infarto y al morirse Trujillo le mandó un cheque al hijo y se expropió el ingenio. Luego, un grupo de socios, entre los que menciona a Jose Jiménez, Candito Alma, Juan Bosch , Nany Reyes y Caquén, el dueño de Industrias Jaja, desarrollaron lo que hoy se conoce como Villas Del Mar y también a Playa Caribe, por allá por los años 50.
Trabajadora incansable, sabe leer pero apenas escribe, al tiempo que era empleada de limpieza en casas veraniegas, criaba puercos y chivos, vendía naranjas, limones y guineos, y así pudo criar sus cinco hijos, pues el papá no tenía trabajo. Ganaba 50 pesos, con los cuales compraba una lata de leche grande con cuatro pesos y diez centavos, y se la dejaba a la mamá para alimentar los hijos mientras se iba a trabajar.
Dice que nunca ha sido persona de vanidad, por eso con los primeros 600 pesos que ahorró, cortó unos palos y con la ayuda de vecinos construyó su primera casa, hecha de palos y puertas de zinc, pero aún así cuando el ciclón George, muchas casas se fueron menos la suya.
Conoce mucha gente de apellidos sonoros, como los Aguayo, que le dieron facilidades para comprar blocks y pisos cuando hizo la casa donde vive, la tierra se la compro a Johnny Hazim, y ha trabajado para gente como la familia Brache, Juan Sully Bonelly, Ico Cruz y su esposa Quiqui, y muchos mas.
Uno de los consejos recuerda le dieron es que quien tiene un empleo y pone un negocio, no deja el empleo porque después se queda sin trabajo y sin negocio. Por eso aunque vendía las blusas y vestidos que tejía a la puertorriqueña dueña de una zona franca, nunca dejó sus trabajos de limpieza de casas. Aprendió a tejer sola y es increíble la facilidad que demuestra en este arte, pues dice que con tan solo mirar un tejido, por difícil que sea, aprende como hacerlo. Una vez vio un chal tejido en Grecia y enseguida aprendió el tejido. Sabe hacer macramé y ha ganado incontables pesos reparando chancletas de goma a los pobres, cuando se les rompen, por solo un peso.
Sus hijos se hicieron bachilleres y uno de ellos vive en Canada, donde reconstruye casas, pone pisos y vende aceite para motores, las hijas están casadas y vive con uno de los hijos que trabaja vendiendo collares en la playa, pero ahora "la cosa está mala" y no se venden. Dice que crió a sus hijos sin vanidad, vistiéndolos von ropa usada porque "los pobres no tienen size", si la ropa les queda grande le cogen y si les queda chica la abren, la anchan o se la doblan o le ponen arandela. Por eso, a pesar de su vida precaria, además de su casa donde además de vivir, alquila piezas, tiene tres pequeños apartamentos en Los Conucos, que alquila mayormente a haitianos y aunque pasan meses y no le pagan, no los presiona porque sabe lo que es ser pobre.
Vino a tejer conmigo y una amiga y enseñarnos nuevas puntadas y cuando quisimos retribuirle no quiso aceptar dinero, por eso y todo lo que me cuenta digo que es un ejemplo de generosidad. Actualmente trabaja como voluntaria en el programa Leche y Miel, en Lily House, Juan Dolio, donde enseña a tejer a mujeres de las que "se las buscan" y quieren dejar esa vida y a otras que buscan recuperarse de las drogas dedicándose a un oficio digno.
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Quiero aprender a tejer, como me puedo comunicar con ustedes.
ResponderEliminarA partir de septiembre estaremos de nuevo, los jueves en la tarde, en el salón parroquial de Guayacanes
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