(Publicado en Estilos de Diario Libre, el 13 de junio de 2009)
Siempre que veía los programas de cocina por televisión, como Chef at Home - su productor vive precisamente en una casa campestre - o Vamos a Cocinar, de José Andrés, el español que cocina para una visita que está esperando, envidiaba ver como tienen, al alcance de su mano, las hierbas aromáticas que utilizan para sus creaciones culinarias.
Hoy puedo hacer lo mismo en mi casa, aunque no salga en televisión. En el ventanal de mi cocina tengo maceteros donde crecen cilantro, perejil, salvia, puerro y espinacas. Tengo también una plantación de rúcula siempre fresca para mis ensaladas. Las tomateras están desbordadas, llenas de flores y ya comienzan a producir tomates. Mi planta de pimientos y otra de los chiquitos picantes sirven también para dar colorido y belleza al huerto.
Hace poco recibí la visita de Samuel, dueño del vivero de Boca Chica, que vino a supervisar el desarrollo de mis plantas y fumigó mis mandevillas. Se asombró al ver mis plantas de albahaca. El dice que plantas más pequeñas que las mías las vende a muy buen precio en su vivero, así que, como han crecido tantas, las llevo de regalo cuando quiero halagar una vecina, porque se que a mucha gente le gusta una rica pasta al pesto o una refrescante ensalada con tomate, mozzarella y albahaca.
Desde antes de mudarnos mi esposo insistió en sembrar plantas de hojas medicinales como limoncillo, orégano poleo y sábila para curarse sus dolamas. Charlie mi jardinero haitiano tiene en el solar baldío del lado de mi casa una plantación de maíz con mazorcas que pronto estaremos comiendo.
Antes de mudarme a Metro alguien me comentó, en tono de crítica, que cómo permitían en el proyecto las matas de plátanos y otros tipos de frutales y vegetales como parte de los jardines. Se refería más bien al punto de vista estético. Caminando por las calles vi un huerto cercano a un hoyo de golf, muy cerca por cierto de la casa de una amiga. Difiero de la crítica pues no veo porqué considerar antiestético un cultivo, cuando en nuestras ciudades tenemos algo peor que son los basureros.
Me contó Inés, una vecina cercana que tiene varios años viviendo aquí, que la calle Los Mangos debe su nombre precisamente a que en el amplia área verde del centro hay muchas matas de mangos que acostumbraban sentarse a comer en las tardes de verano la gente del sector, es decir que aquí también se usa el maroteo. De ahí surgió la idea para darle nombre no solo a esa calle, sino a las otras que tienen también nombres de flores y frutales.
He invitado a mis nietos a bautizar con sus nombres los árboles frutales que hemos sembrado en nuestro patio: Naranja, limón, la de mango enana que está ya floreciendo y espero cosecharla este verano, aguacate, coco y níspero. Anhelo ver crecer mis frutales junto con ellos.
¿De qué es el árbol que tendrá el nombre del Peje? Me imagino que tendrás que crear un humedal para tener plantas acuáticas, pues los Pejes no nadan en árboles. Buen artículo.
ResponderEliminarSaludos,
Señora Penélope, como siempre, estamos conectadas!! Las huertas son algo que siempre hemos querido hacer en mi casa, pero por aquello de los "jardines" de mi mamá ha sido imposible, pero bueno, en la casa de la playa ya ella dijo que lo haría. Esperemos que sea así, porque amo un palo de mango, como decimos aquí!!
ResponderEliminarBesos mil desde Barranquilla, Curramba la bella!!