Probablemente sea porque el nombre provoca curiosidad o porque la gente se pregunta que tiene que ver un peje con el golf, pero son muchas las personas que al menos han oído mencionar este popular torneo.
Y es natural que así sea, porque este año se cumplieron trece años de celebración consecutiva del que ya constituye un clásico del golf: El Peje Invitacional.
El torneo tuvo su origen cuando un grupo de amigos que estaba jugando golf en Metro un domingo, decidió repetir la juntadera aumentando el número de los foursomes participantes, para lo cual buscaron un pretexto que resultó ser la fecha de cumpleaños de mi esposo por ser la más próxima, y como a él muchos de sus amigos le dicen El Peje, así se decidió llamar el evento.
Si le preguntan al Peje el origen del apodo, el narra toda una historia de sus dotes de nadador y sus hazañas cruzando a nado el Rio Ozama, pero aquí entre nos, yo creo que es una fórmula que suele utilizar, al igual que muchos de sus congéneres de sexo, que para salir del apuro cuando no recuerdan el nombre de la persona a quien están saludando le dicen: ¡Mi hermano! o algo similar, y él de tanto decirle Peje a los demás, terminó quedándose con el apodo.
Organizar un torneo, como cualquier otra actividad de esta índole requiere dedicación y esfuerzo, especialmente en estos tiempos cuando la mayoría de las empresas celebran sus propios torneos, lo que hace cada vez más difícil obtener los necesarios patrocinios.
Pero El Peje Invitacional se continúa realizando porque los jugadores, en su gran mayoría amigos de hace muchos años, no quieren perderse esta ocasión en que además de jugar golf se arma un can del que todos disfrutan, en un ambiente casual lleno de camaradería donde se bebe, se come, se ganan un regalo sorpresa en las rifas, y se comparte como si fuéramos todos una gran familia, ya que no se limita a los golfistas que juegan en pareja, a veces padres e hijos, hermanos o compinches, sino que la fiesta incluye a la esposa, la tía, los sobrinos y los nietos, la abuela y hasta la suegra!
Este año hemos tenido además el privilegio de seguir añadiendo nuevos amigos como son nuestros vecinos de Metro y a un grupo de amigos que vienen a menudo a vacacionar en Guavaberry.
Los trofeos como es de suponer son Peces, que hemos tenido que buscar año tras año tanto en el país, como en el exterior; en todos los materiales imaginables, desde cristal, madera, metal o cerámica y una vez fueron peces cantores en plástico, con el propósito de que tengan fines útiles como bandejas o sirvan al menos de adornos decorativos para el hogar, en lugar de los tradicionales trofeos que lo que hacen es acumular polvo y ponernos el oficio de limpiarlos.
Manuel mi nieto nos salió este año con que quiere organizar un Mini Peje y lo dice con tanta determinación que quisimos ir preparando el relevo generacional permitiéndole entregar los premios al Tercer Lugar: ¡ Par de pejecines! Lo subimos encima de unas cajas para que alcanzara el tamaño de los golfistas, y al principio estaba con cara de susto, pero pronto se le pasó y terminó portándose como digno nieto de su abuelo, haciendo coro y dueño del escenario Juandoliandero.