PAREJAS

Cuarenta y dos años de matrimonio, y según mi esposo cinco de noviazgo – porque yo era tan niña que ni supe en qué momento “nos metimos en amores” - me hacen experta en la materia de cuáles son las etapas del amor
Antes, los novios íbamos al Malecón y nos contentábamos con dar vueltas en el carro tomados de la mano. También se usaban las serenatas y una noche mi actual esposo, convenció a Oscar Luis Valdez Mena, que montara su piano en una camioneta y tocara un concierto cerca de la ventana de mi habitación.
Hace poco en el cumpleaños de un amigo a punto de casarse, a alguien se le ocurrió preguntar al grupo qué nos había enamorado de nuestras parejas: Respondí que me enamoré de mi marido por divertido. ¡Ay para que fue eso! Ahora, en adición a sus demás nombres y apodos, le dicen El Divertido. Y a pesar de que con los años la gente se va poniendo cascarrabias, todavía él conserva esa cualidad, mientras algunos con otros atractivos ahora están calvos y barrigones.
Aquí en Juan Dolio tenemos un grupo de amigos que viven o vienen a menudo los fines de semana, y quizás por el estilo de vida de vacaciones o porque están en esa edad rondando los 40 cuando el fuego de la pasión se reaviva, el caso es que se la pasan arrullándose y echándose esas miraditas de complicidad que solo existen entre las parejas que están en algo.
Una de las parejas más chulas que conozco, aunque tienen muchos años de casados, me encanta no solo por la alegría con que comparten todo, sino por la ternura que el marido le demuestra, pues cada vez que la esposa necesita subir o bajar de su jeepeta, el se apresura a colocarle un banquito porque ella es bajita.
Recientemente celebrábamos el 35 aniversario de bodas de unos amigos y de pronto el marido se desaparece para volver acompañado de un violinista cantando “Te sigo queriendo como el primer día”, con un gran ramo de flores.
Ante esos gestos, y pensando en cuánto tiempo hace que mi esposo no me regala flores, me quejaba con una amiga de que el Divertido a veces se pone áspero, pero ella me consoló diciendo que le pasa lo mismo con el suyo y que cuando se pone insoportable pierde la tolerancia. Pero al llegar la noche, cuando se ven cansados, lucen tan vulnerables que a uno le dan ganas de entrarle a besitos.
Me veo compensada porque en mi terraza, cuando no están florecidas las orquídeas, lo están las flores de passion fruit que bordean el jardín, y en las noches de luna llena, nos pasamos largo rato contemplándola mientras bebemos un vinito, que es algo que no acostumbraba hacer en la ciudad, así que a fin de cuentas pienso que lo que hace perdurar a una pareja es el romance, la risa, la pasión, un proyecto de vida común, la ternura, el respeto y sin duda alguna salir de la rutina como vivimos aquí Juandoliando.
Al compañero de mi vida, a todas las parejas que se quieren, a mis amigos y lectores de mi blog y mi columna en Estilos, que con tanto cariño me escriben y cuando voy a la capi me dicen que la disfrutan porque les deja una alegría en el corazón: ¡Happy Valentine!