Los tiempos han cambiado, pero
las relaciones entre abuelas y nietas siguen siempre igual. A veces Valeria me entretiene la siesta
contándome cuentos cuando voy a su “casita” a visitarla después del almuerzo.
Como toda una buena anfitriona acostumbra guardarme algún dulce o chotolate
para compensarme tal vez por el café de mentirillas que me sirve. Es nuestro tiempo de compartir íntimo, solas
las dos.
Le gusta tener la televisión
encendida y al mismo tiempo jugar con su Ipad, así que para desconectarla del
mundo virtual en que viven los niños de ahora, y también muchas abuelas como yo
que no me despego del Kindle, le pido que me haga un cuento y Valeria comienza:
Había una vez
(porque todo cuento que se precie de serlo así es como debe comenzar) una
princesa (porque claro, ella es la Princesa Real de los ancestrales reinos de Tolombia
y Juandolandia que vive en una isla bajo
el mar, y como ha hecho especial amistad con Miah en el colegio juntas se
enteran de todo lo que sucede en los otros reinos) y había también un Monstlo
que se lobó el diamante que brillaba encima del castillo…los latones (le
pregunto si se trata de Cenicienta que es la que tiene en su historia amigos
ratones porque Valeria todavía no pronuncia la erre aparte de hablar como los
chinos) no Mama, los latones de
Cenicienta se fueron (¿a buscar el Sempirer? – le pregunto) Mama:
no se dice Sempirer sino Príncipe (Ah! ya aprendiste a decir Príncipe porque
fuiste tú que me enseñaste a decir Sempirer) ¡Mama atiende! estaban buscando el Monstlo que estaba atí ( y me
señala el sitio en el dibujo porque la princesa de los reinos de Tolombia y Juandolandia cambia el sonido de las letras
todavía) eran tles latones, tu sabes
Mama? todas las casas estaban muy sucias ¡pero
todas! (y esto lo dice haciendo énfasis
con las palabras y los gestos) porque se perdió el diamante y Sirenita también
buscaba en las cuevas de la playa y Aurora (la princesa o la qué está contigo
en el colegio Vale?) ¡No Mama, esa es mi amiguita, pero la Princesa Aurora es
la que se pinchó un dedito y se durmió y el Príncipe la besó para que
despertara (perdóname Vale pero es que a veces se me confunden las princesas,
le digo, además yo pensaba que era una rana la que cuando la princesa la besaba
se volvía un príncipe) No mamá – no confundas los cuentos (y esto lo dice
mientras cierra los ojos en señal de la
paciencia que debe tener conmigo y me embeleso contemplando sus largas pestañas
que proyectan sombras en sus adorables cachetes) y Bella le preguntó a la Bestia si había visto
el Monstlo porque ellos son amigos
¿sabes? (así es como me mantengo al tanto de todo lo que sucede entre
los miembros de esta realeza de cuentos) y el Príncipe de Cenicienta estaba
feliz porque a él no le gustan los latones, entonces los enanos encontraron el
diamante y mataron el Monstlo que estaba escondido en sus minas porque se
quelía lobar todos los tesoros y fueron
con Blanca Nieves a subir el diamante que era muy glande en el castillo, era
muy alto y no alcanzaban para subirlo encima del castillo…aunque Rapuntzel estaba
aliba pero la tlenza no llegaba para que
amalalan el diamante y lo subieran y
entonces Jasmín que tiene una
alfombra mágica voló con el genio y lo
pusieron – mira Mama el dibujo que hice del castillo con el diamante y esa es la princesa y atí un arco iris y todas
las casas brillaron y todas las princesas vivieron felices para siempre!
¡Mama, Mama…te dolmiste!
No Vale, es que yo también vivo
muy feliz contigo ¿porqué tu eres tan linda?
le pregunto
Se queda pensando un latito y me
dice: ¡Porque Dios me hizo así!
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