jueves, 3 de diciembre de 2009

La Alegría de Volver al Hogar


Desde que volvió Juanita y le hicieron su merengue, para nadie resulta una sorpresa que todos quieran volver a casa en diciembre. En un mundo globalizado como el nuestro lo normal es que casi todas las familias tengan una hermana, hijo o tía que vive en Estados Unidos, en España, Argentina o en Turquía. De hecho, cuando veo una estrellita titilar en el mapa de los lectores de mi blog diseminados por varios países principalmente de Norte, Centro y Suramérica, pero también algunos de Europa y hasta de Asia, me pregunto si será algún dominicano que anda por esos rumbos, lejos del hogar, y cuánto debe estar añorando volver a su isla para ver a su familia, participar en los bonches con sus panas o darse una gran parranda.

Este año estoy sobremanera contenta de que mis hijos y nietos vengan del Norte y del Sur a pasar las Navidades con nosotros. El frente de mi casa está iluminado con innúmeras lucecitas, ya mi arbolito está puesto y solo estoy a la espera de que lleguen todos para colgar las bolas que encargué con nuestros nombres, de forma que cada quien ponga la que le corresponde. Trato de cumplir pronto con los compromisos y diligencias que tengo que realizar en la capital porque quiero estar libre cuanto antes este mes, para dedicarme solamente a Juandoliar.

Aunque se que está de moda irse a esquiar para la nieve, solo una minoría lo logra, porque la mayoría somos los que contamos los días con alegre expectativa para la vuelta al hogar, los que esperamos y los que llegan procedente de los países que, crisis o no crisis, vienen con sus regalitos. Si vamos al aeropuerto a buscar algún amigo o miembro de la familia son muchas las emotivas escenas que vemos, los gritos de júbilo desde que se alcanza a ver la persona que se espera, los abrazos más apretados que nunca, las risas y hasta las lágrimas de la alegría del reencuentro, junto con el ¡muchacho tú si estás grande!, ¡cómo que estás más gordita! o la sorpresa de ver las caras un poco más blanqueaditas, aunque sea con ayuda de la famosa crema que tan de moda se ha puesto en estos días.

Y luego, a pasar los días disfrutando de nuestra clásica bandera dominicana, arroz, habichuelas y carne guisada, el sancocho y los ponches caseros, por no hablar de los traguitos y los tradicionales merengues navideños.

Celebrar la Nochebuena y esperar el Año Nuevo en un ambiente playero es algo que disfruto mucho pues me libera de las formalidades en la vestimenta a que obliga la ciudad, simplemente como le digo a mis amigas si vamos para una fiesta y me preguntan ¿qué me pongo?, les contesto: ¡pues ponte bien graciosita!.

Si eres del grupo al que este año le ha dado duro, ponte tu traje de baño y ven a la playa a tirarte de espalda al mar, y así con el pelo al viento, en chancletas y ropa suelta pásatela Juandoliando esperando el 2010.

1 comentario:

  1. No sé cuál de los dos me ha gustado más. ¡¡¡Qué chulo escribes!!! Es muy grato seguir tus relatos. De nuevo, felicidades.
    Besitos.

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