jueves, 28 de enero de 2010

LA PENA



Al iniciarse el año comenzaron también las despedidas. Ya en la segunda semana, renuentes, los últimos se marcharon. Al decir adiós sentí que una pena chiquitica se coló por el resquicio de la puerta, se sentó a mi lado, la miré tan desvalida que no pude decirle que se fuera. Me acompañaba a todas partes, señalando los juguetes que abandonaron los niños: Una muñeca, un carrito, una pelota, un osito, que me hablaban preguntando por sus dueños; les consuelo diciéndoles que pronto volverán. Al pasar frente a un espejo, en lugar de mi rostro, allí está la pena, me mira con los ojos aguados, yo quería que se marchara.

Esa tarde, cuando creo haberla convencido tras largo rato rogándole que se fuera, bajo de mi habitación entro a Facebook y me entero que la tierra había temblado. Cunde el pánico, la gente en Santo Domingo está aturdida, Haití bajo sus escombros sepultado, la amenaza de un tsunami nos mantiene el alma en vilo.

Y es entonces cuando la pena deja de ser una criatura pequeñita que se hace la desvalida, y empieza a devorarme glotona hasta hacerse tan grande que me engulle toda entera. Y allí estoy yo viviendo dentro de ella.

Cuando menos lo esperaba Charlie el haitianito regresó, me cuenta como sobrevivió junto a su familia en descampada, le pregunto si a él y a su familia le llegó alguna ayuda de la que los dominicanos primero y luego las demás naciones hemos enviado. Me contesta que no, que ellos solo se alimentaron con víveres porque allá también cultivan sus conucos de yuca, auyama y molondrones. En su boca ya no hay risa, la pasa meditabundo escuchando música en su celular, porque lo tiene pudo llamarnos para decirnos que estaba vivo.

Pasan los días, la pena quiere hacerse dueña de mi vida, y es entonces cuando entra en mí la resiliencia grabada en nuestra memoria colectiva. Esa fuerza que nos permite sobreponernos aún a las mayores desgracias. Ella es la que nos hace comprender que a pesar de los días desapacibles de este mes de enero, el sol sale de nuevo cada día, que cada minuto, con cada niño que abre sus ojos al mundo, nace también la esperanza de una nueva aurora.

Decido ser feliz y volver a Juandoliar. El jueves me iré con mis amigas al Bingo Club que será en la casa de la bizca, a reírme con los chistes picantes de la Rubinsky, con los boches en francés que nos da la Messiesa cuando se arma el alboroto, con la llamada al orden que hace Marilú cuando alguien se hace la loca al momento de pagar y tiene ella que cubrir el dinerillo que falta, con las ocurrencias de quienes no se quieren quedar atrás poniendo el nombre de otros pares de números a sus tetas, y ya no solo están las que se parecen al 66, sino que ahora también las hay 22 y hasta 11.

A la caída de la tarde me iré a la playa a caminar descalza por la arena, escribiré en la orilla del mar todo lo que me preocupa o me entristece para que se lo lleve la marea y cuando el sol se oculte llenando de nuevo mi alma de admiración por la belleza que con gratuidad se me ha mostrado, pensaré que mañana brillará de nuevo y que siempre habrá alguien que estará aquí para disfrutarlo.

miércoles, 13 de enero de 2010

AYUDEMOS A HAITI


El 2010 empieza con los cambios climáticos que se han venido anunciando y para enfrentar los cuales los estamentos de poder y una gran mayoría de la gente del mundo se resiste a tomar conciencia.
¿Qué estamos esperando? Nieve en la Ciudad del Sol y ahora un pequeño país que no resiste más desgracias ni pobreza se enfrenta a una nueva y terrible tragedia.
Nada humano me es ajeno. No preguntes por quién doblan las campanas: Doblan por tí.
Cuando las barbas de tu vecino se incendien, pon las tuyas en remojo.
Mientras tanto, todo el que pueda ayudar: ¡Que ayude! El que pueda rezar ¡Que rece!
Dios nos ampare! Suplicamos a Cristo Jesús que ordene a las aguas que se aquieten, y nos sujete fuertemente de sus manos y no nos abandone.
Yo también tengo mi haitianito preferido, como saben los lectores de mi blog, Charlie es quien me ayuda en mi huerto y mi jardín, además de sembrar su conuco de auyama, yuca y molondrones en los solares de al lado de mi casa. Se fue en diciembre a visitar a sus parientes en Haití y cuando vi que no llegó el lunes, comencé a preocuparme seriamente. Para los que no creen en Dios ni en nada, sepan que su cara sonriente y sus Buenos Días Doña, no los podía borrar de mi mente, así que lo puse en oración y la escribí en mi status de FB para darle más fuerza, y apenas par de horas pasaron cuando recibimos su llamada. Alguien le regaló una tarjeta de llamada y nos dijo que están bien él y su familia, pero que Haití está desbaratado. Alabado seas Señor, escuchaste mis oraciones y preservaste su vida.
Ayuda para Haití: Hay Centros de Acopio por todas partes, no dejes de aportar tu grano de arena. En el Edificio Centro Bonó ubicado en la calle Josefa Brea No. 65, casi esquina 27 de febrero, Mejoramiento Social, Santo Domingo. En Anfitriones, ubicado en la calle José Amado Soler, en Praia de la Gustavo Mejía Ricart, cerca de tu casa, búscalo...y asegúrate de que lo maneja gente confiable.
Aquí en Metro estaremos recibiendo donaciones en la Casa Club para ser enviadas el próximo fin de semana. Se necesitan alimentos enlatados, agua, medicamentos.
Lo más importante, confiemos en que esta política de buena vecindad sea imperecedera, que vivamos como hermanos y vecinos que somos, dejando atrás los odios, las discriminaciones, y reconociendo que amarillo, negro, rojo o blanco, todos somos iguales ante los ojos de Dios!

domingo, 10 de enero de 2010

HOY COMIENZA MI AÑO NUEVO


Dicen los chinos que el Año Nuevo no comienza el primero de enero, sino para cada uno individualmente en la fecha de su cumpleaños, así que ahora estoy hecha un lío porque anoche me celebraron mi cumpleaños, sin ser la fecha de mi nacimiento que es realmente el 21 de julio.

Estaba en una casa de ensueño aquí en Metro, visitando unos amigos porque quería que mi hija y su esposo conocieran esta maravillosa vivienda antes de su viaje de regreso.

La casa a que me refiero es la más fabulosa que he visitado en los últimos tiempos, realmente digna de un reportaje de revista.

En la entrada te encuentras con espejos de agua, a ambos lados, con luces de colores que cambian de tonalidad, al igual que la piscina infinita que alcanzas a ver al fondo desde que se abre la puerta. Es así como del blanco, las luces pasan a los azules y los verdes, pudiendo lograrse hasta el rojo, especialmente para fechas como la Navidad o el Día de San Valentín, cuando la dueña de la casa quiere estar a tono con la celebración de turno.

A la izquierda puedes ver las áreas sociales: Un salón de actividades para ver TV o jugar Wii, un estudio para leer y escribir, y una sala de estar con su bar, para conversar tranquilamente, beberse un whiskey o un vinito.

A la derecha una espectacular cocina y el comedor adyacente, divididos por una isla que tiene un Tepanyaki, el cual estoy en espera me invite a estrenar Iván Marzo, el arquitecto que diseñó esta belleza de casa, hijo de los dueños, que añade a su talento creativo habilidades de chef, según me cuentan.

El gran ventanal del comedor muestra un patio interior, con un pequeño jardín que tiene como pieza central un hermoso árbol que en primavera desborda de flores amarillas y sirven de deleite a su propietaria, cuando se asoma al balcón de su dormitorio, justamente encima.

Aún el asador en el patio, frente a la piscina, es de diseño ultramoderno al igual que el resto de la casa, y cuenta además de la parrilla con un rotizador.

La segunda planta, a la que se accede por una escalera voladiza, tiene el área privada de dormitorios, cada uno con su baño de shower con techo transparente que te permiten ducharte a la luz del sol o las estrellas, un estar familiar y terrazas con observatorio para mirar los astros del cielo en la noche, desde el telescopio, o simplemente tendida de espaldas en su piso de madera.

En este ambiente que les describo de una casa donde no falta un detalle que no haya sido tomado en cuenta, con sus luces y música de fondo que puedes regular para escuchar una diferente en cada una de las habitaciones que la forman, estaba con mi familia y nuestros anfitriones cuando nos llaman Luis y Mayi que habían estado buscándonos en nuestra casa y por supuesto nadie les respondió a la puerta en nuestra ausencia.

Escucho a mi esposo darles las señales para que nos encuentren, y grande fue mi sorpresa al recibir no solo un precioso rosario - de cuentas grandes para que mis bendiciones también lo sean - como regalo de cumpleaños, sino también un riquísimo biscocho relleno de nueces y ciruelas, blanco con letras rojas que decían ¡Felicidades Penélope!, así que hoy 10 de enero es cuando realmente comienza mi 2010.

Luis y Mayi me aseguraron que esto de tergiversar las fechas se trataba de una simple confusión, pero en los ojos de ambos noté cierta travesura que me hizo pensar que ciertamente este tipo de encuentros y reuniones, inesperadas y fuera de la rutina, en que los amigos se ingenian para demostrarte su cariño y solidaridad en estos tiempos, solo ocurren cuando estás Juandoliando.





viernes, 1 de enero de 2010

RONDALLA NAVIDEÑA


Desde hace cinco años los vecinos de Metro realizan una rondalla a fines de diciembre. El año pasado, recién mudada y con los afanes de una temporada intensa de visitas que venían a conocer mi casa nueva, no pude participar en esta actividad, que pienso es la más divertida y alegre de todas las que he participado Juandoliando.

Igual, para sorpresa de toda mi familia, en esa ocasión del año 2008, como a eso de las 11 de la noche, desperté pensando que era la rondalla y resultó que eran nuestros amigos de Las Brisas de Guavaberry que improvisadamente nos hicieron un asalto navideño. Me cuenta Nicolás mi yerno, que al despertarse con la bulla y salir de la habitación, creyó estar soñando cuando desde lo alto de la escalera, detrás de la calva de alguien que se parecía a Raúl mi compadre, veía entrar gente, y gente, y más gente, y todavía pensando que estaba en un estado de alucinación o ensoñación nocturna encontró a sus suegros (léase mi esposo y yo) en pijamas, bailando y brindando refrescos, ponches y tragos a una multitud de todas las edades.

Este año decidimos que por nada del mundo nos íbamos a perder de la Rondalla de Metro les aseguro que no nos arrepentimos. Cheva, junto a Marilú su esposa, con el apoyo de El Peje, Guilamo y otros amigos se dedicaron de lleno a organizar la actividad. Temprano en la noche comenzó a oírse la música desde la Casa Club para que nadie se quedara sin participar.

Los vecinos de Metro empezaron a reunirse y reservar sus carritos de golf vestidos con originales indumentarias Pascueras: que si sombreros de Santa con luces titilantes, luces que estaban también presentes en espejuelos y hasta en los vasos, porque ya el mercadeo navideño no encuentra que más inventar.

Como siempre, hay alguien original que no usa sombrero rojo sino naranja, hubo quienes se esmeraron en decorar también sus carritos, la moda in crescendo de tirar fotos estuvo en sus buenas, y finalmente partimos en caravana a visitar posadas en varias villas cuyos dueños previamente habían expresado su anuencia a recibir y brindar tragos y picaderas, al ritmo de la nueva versión dominicana de villancicos, el merengón navideño de: Quien quiera bailar ¡que baile!, quien quiera beber ¡que beba!, quien quiera gritar ¡que grite!, y en fin que no haya limitaciones para expresar la alegría y echar afuera todas las preocupaciones y problemas que nos deja el año viejo, para comenzar el 2009 ¡ nuevecitos!

Este año, los vecinos que recibieron en sus casas el tumulto de gente y se esmeraron en atendernos, al tiempo que unos bailaban, otros se abrazaban o admiraban la originalidad de sus decoraciones navideñas fueron: Los Perdomo, Sofía y Eugenio Pérez, Priscilla y Tony, Mary y Danilo Mariotti, la familia Medos y Bethania.

A mí me tocó cargar a Valeria mi nieta que entre recorrido y recorrido se sentía calientica arrullada entre mis brazos y abrigada con mi pashmina, aunque en las paradas bailábamos merenguitos.

Al final, regreso a la Casa Club a reponer energías comiendo pizzas y tacos. Pablo Ortiz llevó el kareoke, las chicas del Bingo Club nos desbordamos con la coreografía, y allí no hubo ni un Quintín el Amargao o Scrooge su versión inglesa que aguantara quedarse sin unirse al coro, ya que después de unos tragos las poses se archivan, el niño libre que llevamos dentro aflora y ¡nuestro verdadero yo se pone en pié!