El domingo estuvimos en The Club Residences Collection @ Guavaberry volando chichiguas. La actividad realizada en un día perfecto, domingo soleado y con viento, en una gran explanada con poco riesgo de que las chichiguas se quedaran atrapadas en las ramas de algún árbol, me recordó mucho los días de mi niñez y la infancia de mis hijos, que ahora me puedo dar el lujo de disfrutar de nuevo con mis nietos, de forma alegre y sin muchas responsabilidades.
Lejos quedaron los días en que las chichiguas se fabricaban con papel vejiga de colores, pendones de las matas de caña para los famosos (y pesados) cajones, o de coco si eran más pequeñas. El proceso, en el que se involucraban padres e hijos, requería mucha creatividad y pocos recursos. Aparte del papel y los pendones, en la misma casa se hacía el pegamento a base de almidón, un rollo de hilo grueso o ¨gangorra¨ como le llamábamos, y largas colas hechas de alguna camiseta rota o cualquier prenda de tela que tuviéramos en desuso, preferiblemente de colores.
Como en ese tiempo no teníamos los juegos electrónicos que ahora alelan los niños por horas, volar chichiguas en cuaresma y esperar los Reyes Magos eran nuestra mayor ilusión.
Luego cuando tuve mis hijos, siempre sacábamos tiempo para llevarlos a volar chichiguas en las cercanías del Parque Botánico, pero ya las chichiguas no las fabricábamos nosotros, las comprábamos a los vendedores ambulantes en la Abraham Lincoln y finalmente en las tiendas cuando dejaron de ser artesanales, ahora con diseños de algunos muñequitos o dibujos animados.
Volar chichiguas sigue siendo una actividad divertida y barata para compartir los papás con los hijos, los grandes con los chiquitos. Este domingo, por ejemplo, la que más alta subió fue la que hicieron Hugo y Raúl Benjamín, que son ya dos tajalanes, con una funda plástica. También fue la que primero se fue en banda. Pero estuvo chulísimo verlos a todos disfrutando de una actividad al aire libre, diferente y que nos sacó de la rutina de los domingos. Como dice Fantina es una bella tradición que no debemos perder; como comentó Magacha, junto con las chichiguas, dejamos volar nuestros sueños y pensamientos, y nos sentimos otra vez como los niños que todos llevamos dentro,
Mientras jóvenes y niños, asistidos por algunos de los adultos más audaces volaban sus chichiguas al ¨tetero del sol¨ como diría la Nana de mis nietos, otros nos resguardábamos a la sombra bebiendo una cervecita o algún refresco como aperitivo del BBQ compartido que después tuvimos en Las Brisas, dentro del mismo Guavaberry. Una vez prendido el BBQ, Carola que era la anfitriona de turno, preparó las ensaladas, y luego todo el mundo a tirar su carne a asar y ¡A comer se ha dicho!
Lejos quedaron los días en que las chichiguas se fabricaban con papel vejiga de colores, pendones de las matas de caña para los famosos (y pesados) cajones, o de coco si eran más pequeñas. El proceso, en el que se involucraban padres e hijos, requería mucha creatividad y pocos recursos. Aparte del papel y los pendones, en la misma casa se hacía el pegamento a base de almidón, un rollo de hilo grueso o ¨gangorra¨ como le llamábamos, y largas colas hechas de alguna camiseta rota o cualquier prenda de tela que tuviéramos en desuso, preferiblemente de colores.
Como en ese tiempo no teníamos los juegos electrónicos que ahora alelan los niños por horas, volar chichiguas en cuaresma y esperar los Reyes Magos eran nuestra mayor ilusión.
Luego cuando tuve mis hijos, siempre sacábamos tiempo para llevarlos a volar chichiguas en las cercanías del Parque Botánico, pero ya las chichiguas no las fabricábamos nosotros, las comprábamos a los vendedores ambulantes en la Abraham Lincoln y finalmente en las tiendas cuando dejaron de ser artesanales, ahora con diseños de algunos muñequitos o dibujos animados.
Volar chichiguas sigue siendo una actividad divertida y barata para compartir los papás con los hijos, los grandes con los chiquitos. Este domingo, por ejemplo, la que más alta subió fue la que hicieron Hugo y Raúl Benjamín, que son ya dos tajalanes, con una funda plástica. También fue la que primero se fue en banda. Pero estuvo chulísimo verlos a todos disfrutando de una actividad al aire libre, diferente y que nos sacó de la rutina de los domingos. Como dice Fantina es una bella tradición que no debemos perder; como comentó Magacha, junto con las chichiguas, dejamos volar nuestros sueños y pensamientos, y nos sentimos otra vez como los niños que todos llevamos dentro,
Mientras jóvenes y niños, asistidos por algunos de los adultos más audaces volaban sus chichiguas al ¨tetero del sol¨ como diría la Nana de mis nietos, otros nos resguardábamos a la sombra bebiendo una cervecita o algún refresco como aperitivo del BBQ compartido que después tuvimos en Las Brisas, dentro del mismo Guavaberry. Una vez prendido el BBQ, Carola que era la anfitriona de turno, preparó las ensaladas, y luego todo el mundo a tirar su carne a asar y ¡A comer se ha dicho!
Hola Sra. Penélope, ¡No sabe el gusto que me da el reafirmar eso que sentí cuando la conocí: que "we meet" en tantos puntos...!
ResponderEliminarMe ha invitado Chichi hace unos minutos a leer su blog, y le cuento me los lei todos de un solo tirón, así sería la identificación...
Me ha gustado mucho su forma clara, amena, familiar y personal, al mismo tiempo de trabajar sus escritos.
Y, desde ya, me siento ansiosa por conocer Juandolio, aparte, tenemos una misión en conjunto y una promesa religiosa de por medio...
Por allá iré en algún momento de mi vida a conocer, a compartir con ustedes y a tener la oportunidad de vivir un poco esos instantes llenos de "humanidad", lejos del plástico...
Besos mil!!
Me ha encantado su blog y por aquí estaré revisándolo!! DiOS la siga iluminando...
Jassel Arzuza Herrera
ME GUSTO TU ARTICULO “A VOLAR CHICHIGUAS”, Y LA FOTO!!!!! SI NUESTRA VIDA TUVIERA MAS DE ESOS MOMENTICOS SIMPLES Y FELICES FUERA UNA MARAVILLA!!! SORRY WE HAVE NOT BEEN ABLE TO MEET AGAIN. TU REGALO LO DI MAS PARA ADELANTE!!! AVISAME CUANDO ESTES EN LA CIUDAD. LOTS OF LOVE!!!
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