El viernes pasado asistí a una hermosa actividad navideña en el Club Hemingway aquí en Juan Dolio, gracias a la gentil invitación de María Elena O´Rourke, Directora del VMIS (Colegio de Villas del Mar).
lunes, 14 de diciembre de 2009
CONCIERTO NAVIDEÑO
jueves, 10 de diciembre de 2009
LOS ANGELITOS (Para editar después de la entrega final)
El intercambio de regalos sorpresa es una de las actividades preferidas de las Navidades dominicanas que se realiza tanto a nivel familiar, como entre amigos y compañeros de oficina.
Aquí en Metro se juega a los Angelitos desde las Navidades del 2006 en que Arlette tomó la iniciativa, con el apoyo de Esperanza y de Mercedes, a quien Marilú le puso el apodo de Nanay, porque de su estadía en Suiza le quedó lo de decirles a sus hijos Nein Nein cuando realizaban alguna travesura. Este año hemos extrañado a Nanay no solo en los Angelitos sino también en el Bingo cuando sale el 46.
Al igual que los aguinaldos que se hacen paseando en los carritos de golf y terminan en sancocho, en los Angelitos se comparte entre vecinos pero es sólo de mujeres, y los hombres por su parte tienen el golf y sus tragos afterhours.
El año pasado, recién mudada a Metro participé en los Angelitos, pero este año, no solo yo sino todas los hemos gozado más, así que antes de que entreguemos el regalo final que será esta noche voy a hacer mis predicciones astrológicas y adivinaciones personales.
Veo en mi bola de cristal que la Rubinsky y Marilú son quienes se han dedicado a dejar diablitos desde una raqueta rota, un pan viejo, a Jackie le dejaron dos bolitas de golf sucias, una vaina seca de framboyán para que Sofi la siembre y una lata con restos de almidón Niágara a Rita, por si finalmente encuentra un varón que lo necesite.
Como nos sentamos en círculo podemos hacer la ola cuando el regalo sorprende, pero siempre hay unas lentas que se quedan atrás, no importa lo mucho que Enma se esfuerce en coordinar el movimiento.
Saldrá a la luz finalmente, aunque ya lo he adivinado, quien es que le hace la maldad a Yndira de esconderle los regalos hasta que casi llora, y encima como es la fotógrafa, a la cámara se le acaba la pila cuando finalmente lo recibe.
Cuando no se hace la ola, se hacen las ovaciones o se modelan regalos, incluyendo los colaless y hasta se le han hecho donaciones a Lala, nuera de Inés y usuaria de la habitación 308. Hablando de colaless, por la conjunción de la Luna en Marte veo que la que más insistió en que se los regalen nunca ha ido a recibirlos.
Rubinsky no quiere nada para la casa porque se va a achicar si es posible más de lo que está, ella que de por sí es pequeña, y cree que su angelito está entre Patricia y Marilú porque la tarjetica tiene un angelito gordo, rubio, chiquito y encuerito, igualito a ella.
¿Será que Marilú le regala a Jackie porque le dio un libro de cocina y ese es su hobby, mientras que lo de Jackie es jardinear y hacer velones? Más bien parece que le regala a Arlette porque siempre sabe cuál es su regalo. Definitivamente está claro que Clara recibirá su litro de ron lo que no veo claro todavía es quien le regala.
Otras premoniciones son: Yhossiann le pone a Isabel, las sandalias de Casa Zaglul son un regalo de Carmen, el poema en inglés no lo escribió Carolina, el regalo de Enma será de la tienda de Sixta según intuyo por la conjunción de Mercurio en Venus, lo de la habitación 308 es cosa de Enma o de Marilú, Domingo es el cómplice de mandados y regalos escondidos como el de Eva, que al final le encantó su diablito nariz larga, Isita le pone a Patricia quien usará su pashmina y su cartera en la fiesta de Navidad.
Para esta noche Nany se ha esmerado con la elaboración del menú de la picadera que degustaremos en El Mesón, cada quien pedirá su trago desde las cerveceras que son la mayoría como Isabel, Yhosiann, Bethania, Cristina e Indirita, las que les gustan las margaritas como a Carmen, Marilú con su trago de Chivas o el vinito como a Sofi y a mí: ¡Salud y mucho, mucho, mucho Amor!
jueves, 3 de diciembre de 2009
La Alegría de Volver al Hogar
Desde que volvió Juanita y le hicieron su merengue, para nadie resulta una sorpresa que todos quieran volver a casa en diciembre. En un mundo globalizado como el nuestro lo normal es que casi todas las familias tengan una hermana, hijo o tía que vive en Estados Unidos, en España, Argentina o en Turquía. De hecho, cuando veo una estrellita titilar en el mapa de los lectores de mi blog diseminados por varios países principalmente de Norte, Centro y Suramérica, pero también algunos de Europa y hasta de Asia, me pregunto si será algún dominicano que anda por esos rumbos, lejos del hogar, y cuánto debe estar añorando volver a su isla para ver a su familia, participar en los bonches con sus panas o darse una gran parranda.
Este año estoy sobremanera contenta de que mis hijos y nietos vengan del Norte y del Sur a pasar las Navidades con nosotros. El frente de mi casa está iluminado con innúmeras lucecitas, ya mi arbolito está puesto y solo estoy a la espera de que lleguen todos para colgar las bolas que encargué con nuestros nombres, de forma que cada quien ponga la que le corresponde. Trato de cumplir pronto con los compromisos y diligencias que tengo que realizar en la capital porque quiero estar libre cuanto antes este mes, para dedicarme solamente a Juandoliar.
Aunque se que está de moda irse a esquiar para la nieve, solo una minoría lo logra, porque la mayoría somos los que contamos los días con alegre expectativa para la vuelta al hogar, los que esperamos y los que llegan procedente de los países que, crisis o no crisis, vienen con sus regalitos. Si vamos al aeropuerto a buscar algún amigo o miembro de la familia son muchas las emotivas escenas que vemos, los gritos de júbilo desde que se alcanza a ver la persona que se espera, los abrazos más apretados que nunca, las risas y hasta las lágrimas de la alegría del reencuentro, junto con el ¡muchacho tú si estás grande!, ¡cómo que estás más gordita! o la sorpresa de ver las caras un poco más blanqueaditas, aunque sea con ayuda de la famosa crema que tan de moda se ha puesto en estos días.
Y luego, a pasar los días disfrutando de nuestra clásica bandera dominicana, arroz, habichuelas y carne guisada, el sancocho y los ponches caseros, por no hablar de los traguitos y los tradicionales merengues navideños.
Celebrar la Nochebuena y esperar el Año Nuevo en un ambiente playero es algo que disfruto mucho pues me libera de las formalidades en la vestimenta a que obliga la ciudad, simplemente como le digo a mis amigas si vamos para una fiesta y me preguntan ¿qué me pongo?, les contesto: ¡pues ponte bien graciosita!.
Si eres del grupo al que este año le ha dado duro, ponte tu traje de baño y ven a la playa a tirarte de espalda al mar, y así con el pelo al viento, en chancletas y ropa suelta pásatela Juandoliando esperando el 2010.
jueves, 26 de noviembre de 2009
CALENTANDO LA NAVIDAD
En Juan Dolio, al igual que en el resto de nuestra media isla, a la gente le gusta comenzar desde octubre el precalentamiento navideño: Los tragos para los que siempre hay una excusa, la comedera, el juego de angelitos, los aguinaldos, la recogedera de regalos y alimentos para compartir con los que menos tienen son cosas que forman parte de nuestra dominicanidad.
Desde antes de Thanksgiving (San Givin para nosotros porque es el santo más famoso de Gringolandia) aunque no he comido pavo, he tenido par de oportunidades de degustar sendos puerquitos que, junto con el moro, los pasteles en hoja y la clásica ensalada rusa son la insignia de la Navidad dominicana. Y hablando de ensalada rusa, me imagino que el nombrecito le viene por el rojo de la remolacha, pues no me asombraría que en Rusia ni la conozcan, sabrá Dios quien fue que se la inventó.
Contrario a Santo Domingo y a la mayoría de nuestros pueblos, aquí en Metro no sufrimos de apagones, por eso desde hace más de un mes las casas y los jardines están iluminados, igual que en las ciudades de otros países allende los mares y cuando te das una vuelta por las noches de repente te olvidas de nuestra realidad, que ya en los 60´s cuando Juan Bosch fue Presidente, comenzamos el cuento de nunca acabar: Julio Sauri viene, Segura se va, ya vamos por Marranzini y la historia sigue igual.
En mi casa, como tuve que irme a Miami a abueliar con dos de mis nietos - por cierto al regreso en el aeropuerto Las Américas te esperan con un trago de bienvenida lo cual no recuerdo que suceda en ningún otro lugar - apenas ahora me dispongo a desempolvar el arbolito y revisar cuántas de mis luces sobrevivieron el almacenaje de casi un año, porque no importa el cuidado que pongas al guardarlas se las ingenian para dañarse, y ¡a volver a comprar! Lo hago porque como mi esposo sufrió innumerables carencias en su niñez y temprana juventud, adoptó desde entonces el lema de “No me carecas de nada” y no se le amilana el pecho cuando tiene que flojar los cuartos para las luces.
Es mucho el trabajo que tengo pendiente antes de que lleguen mis hijos y nietos a visitarnos y pasar unos días con nosotros. Todo debe estar listo para recibirlos de forma que cada quien tenga su espacio y pueda dedicarse a disfrutar su actividad favorita: a leer un libro recostado en la hamaca, montar bicicleta, correr y jugar en el patio o simplemente sentarse en la terraza a gozar con la música, el visiteo propio de estos días o descansar la mirada con el verdor del paisaje.
Está también el tema de los regalos de los angelitos que tengo que sopesar tratando de que sea el adecuado y del gusto de la persona que los recibirá por sorpresa sin saber quién le regala; recordarle a Santa y a los Reyes Magos que algunos de mis nietos cambiarán de domicilio esos días, no vaya ser que dejen sus regalos en el sitio equivocado y estar preparada para las actividades propias de estos festejos.
Todo esto sin olvidar la especial preparación que requiere el tiempo de Adviento, tomando conciencia de que lo más importante de la temporada sucede en un lugar invisible a los ojos que solo podemos ver con el corazón: Es Cristo que renace en cada uno de nosotros, y al tiempo que nuestro ser espiritual se eleva a lo alto, nuestros brazos se extienden con alegría para abarcar en un gran abrazo fraterno a la humanidad.
viernes, 13 de noviembre de 2009
LAS OLAS
Desde que estoy Juandoliando vivo sin programas ni rutinas. Por suerte no llevo agenda. Hoy me desperté pensando en dedicar todo el día a leer e investigar para ir adelantando mi presentación de Monarquías en el curso bíblico de la comunidad católica. Charlie el haitianito viene a conversar conmigo sobre el trabajo que está haciendo en el patio, le digo que espere a mi esposo para no distraerme con esos afanes.
La lectura bíblica me tiene entusiasmada porque me encanta contar historias y soy la primera en reírme cuando pienso en el enfoque a lo dominicano que le voy a dar a la historia de Samuel, el último de los jueces bíblicos; las maldades de Saúl; el puro corazón de David, no obstante su adulterio cuando - atento a que era rey – llegó hasta mandar a Urías a morirse en el frente del campo de batalla para robarle a su esposa Betsabé, pero bueno en esos tiempos y todavía los hombres para mujeriegos ¡busquénlos! y David todo lo subsanaba tocando el arpa y componiendo un cántico melancólico, y finalmente, la sabiduría de Salomón su hijo, a quien todo le salía bien.
Dispongo mis domesticidades y me dedico a leer y tomar apuntes para ir adelantando cuando recibo la invitación del relanzamiento de Las Olas.
Se trata de un proyecto de apartamentos en Juan Dolio que ha estado en stand by producto de la crisis económica y financiera que estamos viviendo este año.
Como vivimos tan cerca somos de los primeros en llegar a la actividad. Nos recibe la gente de Metro en un ambiente de cordialidad que ya nos resulta familiar.
La tarde preciosa, empieza a sentirse desde ya la fresca temperatura de fin y principios de año, y aunque el sol está brillando poco a poco nos vamos ambientando.
Lo que llama la atención a todos es la belleza del paisaje de la playa que ni siquiera un proceso de construcción consigue opacar. El rompeolas contribuye a demarcar de manera definida los colores en el mar: el claro azul de la orilla que se acentúa y convierte en turquesa y luego en azul profundo después de pasar el borde de blanca espuma.
Las palmas que adornan y dan sombra a la playa están colocadas por la sabia mano de la naturaleza de una forma que ningún paisajista conseguiría imitar.
Compartir entre vecinos y amigos que, a fuerza de tratar y verlos con frecuencia, son como nuestra familia, beberse un traguito, saborear una apetitosa picadera, el figureo de las fotos, los chistes de grupo, hacen que pasen las horas más rápido de lo que esperamos.
Las Olas es un proyecto de 16 niveles con 227 apartamentos de 2 y 3 habitaciones, todos con vista a las azules aguas del Mar Caribe, a 20 minutos del aeropuerto y 40 de la capital o La Romana. Para vivir o vacacionar, o como inversión que genere un ingreso mensual, estos apartamentos pueden ser incluidos en el Programa de Renta manejado por Operadora de Golf, subsidiaria de Metro Country Club, lo que hace que cuando no se esté utilizando como oasis personal pueda generarle beneficios.
Con planta de electricidad propia, playa y piscina privada, 24 horas de seguridad y servicio de recepción, bar y restaurante a orillas del mar y televisión por cable, vivir en Las Olas hará realidad muchos sueños.
viernes, 6 de noviembre de 2009
NOCHES DE KAREOKE
Les cuento que hay esperanzas de aprender a cantar, aunque solo sea entonando alguna que otra canción. Es lo que me dicen Inés y Pablo que han vivido en Guavaberry con el corazón en Metro. La afición que tienen por el kareoke se inició hace mucho porque cuando él cumplía años, ella buscaba un mariachi y Pablo cantaba El Rey.
Les gusta tanto la cantadera que empezaron a comprar pistas en cd´s, por supuesto sin letras ni tempos, hasta que compraron un kareoke con amplificador, bocinas, pantalla y micrófonos, o sea que es gente bien artillada. Al micrófono principal le instalan un chip con la lista de canciones, organizadas de tal forma que han hecho folletos clasificados por títulos de canciones, intérpretes y sus respectivos números para seleccionarlas desde el micrófono principal.
Como se la pasan Juandoliando se entretienen por la noche cuando están solos, cantando en pareja, pero les encanta reunirse a cantar con sus amigos. Me cuentan que desde el inicio Pablo entonaba bien, pero a Inés le decían “la rompe grupos” porque cuando cantaba a la gente le daba por irse. Esto me lo comenta ella misma entre sonrisas cuando me lamento de no saber cantar.
Desde que vivo en Juan Dolio participo en los kareokes que organizan, pero el último que hicimos en Metro, más que un Kareoke fue un concurso de talentos.
Se comienza con canciones conocidas y con mucho ritmo para ir calentando pista. Las parejas empiezan a enamorarse con las canciones que escogen.
Pablo le canta a Inés “Qué se siente al haberte deseado” que ella responde con “De punta a punta”, también del Puma. Es ahí que uno se asombra de su capacidad para modular la voz cuando le dice abrázame, acaríciame, apriétame porque quiere amarlo una vez y otra vez y terminan cantando juntos Hagamos el Amor, de Ednita Nazario.
Marilú es la estrella indiscutible. Cual artista acostumbrada al espectáculo comienza con las canciones que a todos nos gustan. Junto a Cheva su esposo canta Vete y Pega la Vuelta que tan famosa hiciera el dúo Pimpinela, y termina regalándonos No Llores por mi Argentina con una voz tan hermosa que nos engranoja la piel.
Pepe tenía semanas esperando el kareoke, se dio gusto cantando canciones de Julio Iglesias y le dedicó a Venecia “Como han pasado los Años”, pero dice que para la próxima llevará su chip.
La interpretación que más gusta y se repite es la que hicieron famosa Ana Gabriel y Vicky Carr, y porque son “Cosas del Amor” cada dúo le imprime un histrionismo y carácter diferente, algunas veces jocoso como la cantada por Honna y Marisela .
Pero el que nos dejó atónitos fue Manuel Matos, que estaba en la fiesta paralela de los teenagers en la discoteca del Club cuando dijo que quería cantar Dime que no, de Ricardo Arjona, porque él podía hacerlo mejor. Estábamos un poco incrédulos hasta que comenzó a cantar y nos quedamos sin habla. A petición volvió y cantó un Bésame Mucho como hacía años no escuchaba.
Era ya tarde en la noche, pero nadie quería irse. Al final si no te atreves a cantar solo (a), puedes aprovechar los coros, para entre besos y ternura, terminar la noche con un derroche de amor, ¡cuánta locura!
lunes, 26 de octubre de 2009
EL PEJE SIGUE NADANDO EN SUS PROPIAS AGUAS
Probablemente sea porque el nombre provoca curiosidad o porque la gente se pregunta que tiene que ver un peje con el golf, pero son muchas las personas que al menos han oído mencionar este popular torneo.
Y es natural que así sea, porque este año se cumplieron trece años de celebración consecutiva del que ya constituye un clásico del golf: El Peje Invitacional.
El torneo tuvo su origen cuando un grupo de amigos que estaba jugando golf en Metro un domingo, decidió repetir la juntadera aumentando el número de los foursomes participantes, para lo cual buscaron un pretexto que resultó ser la fecha de cumpleaños de mi esposo por ser la más próxima, y como a él muchos de sus amigos le dicen El Peje, así se decidió llamar el evento.
Si le preguntan al Peje el origen del apodo, el narra toda una historia de sus dotes de nadador y sus hazañas cruzando a nado el Rio Ozama, pero aquí entre nos, yo creo que es una fórmula que suele utilizar, al igual que muchos de sus congéneres de sexo, que para salir del apuro cuando no recuerdan el nombre de la persona a quien están saludando le dicen: ¡Mi hermano! o algo similar, y él de tanto decirle Peje a los demás, terminó quedándose con el apodo.
Organizar un torneo, como cualquier otra actividad de esta índole requiere dedicación y esfuerzo, especialmente en estos tiempos cuando la mayoría de las empresas celebran sus propios torneos, lo que hace cada vez más difícil obtener los necesarios patrocinios.
Pero El Peje Invitacional se continúa realizando porque los jugadores, en su gran mayoría amigos de hace muchos años, no quieren perderse esta ocasión en que además de jugar golf se arma un can del que todos disfrutan, en un ambiente casual lleno de camaradería donde se bebe, se come, se ganan un regalo sorpresa en las rifas, y se comparte como si fuéramos todos una gran familia, ya que no se limita a los golfistas que juegan en pareja, a veces padres e hijos, hermanos o compinches, sino que la fiesta incluye a la esposa, la tía, los sobrinos y los nietos, la abuela y hasta la suegra!
Este año hemos tenido además el privilegio de seguir añadiendo nuevos amigos como son nuestros vecinos de Metro y a un grupo de amigos que vienen a menudo a vacacionar en Guavaberry.
Los trofeos como es de suponer son Peces, que hemos tenido que buscar año tras año tanto en el país, como en el exterior; en todos los materiales imaginables, desde cristal, madera, metal o cerámica y una vez fueron peces cantores en plástico, con el propósito de que tengan fines útiles como bandejas o sirvan al menos de adornos decorativos para el hogar, en lugar de los tradicionales trofeos que lo que hacen es acumular polvo y ponernos el oficio de limpiarlos.
Manuel mi nieto nos salió este año con que quiere organizar un Mini Peje y lo dice con tanta determinación que quisimos ir preparando el relevo generacional permitiéndole entregar los premios al Tercer Lugar: ¡ Par de pejecines! Lo subimos encima de unas cajas para que alcanzara el tamaño de los golfistas, y al principio estaba con cara de susto, pero pronto se le pasó y terminó portándose como digno nieto de su abuelo, haciendo coro y dueño del escenario Juandoliandero.
domingo, 18 de octubre de 2009
PUNTA PESCADOR
Es así como he ido conversando con Amado, reparador de redes de pescar; con Marina, la doña que según me dicen hace las mejores arepas de la zona para acompañar el pescado frito que también prepara, y al Jabao que es ya uno de los enllaves de mi esposo y que siempre nos reserva la mejor masa de muelas de cangrejo.
Recuerdo los tiempos cuando mis hijos eran todavía niños y veníamos a Juan Dolio los viernes en la tarde, a la salida del trabajo, en nuestro super Volkswagen de gomas anchas. En esos entonces todavía no existía la excusa de la necesidad de una jeepeta cuando las familias crecen, simplemente nos apiñábamos en nuestro carrito y en la parrilla que colocamos encima teníamos espacio para el corralito que servía de cuna al más pequeño y para el equipaje adicional. Con la inconsciencia de la juventud, mi esposo disfrutaba arrollando los cangrejos de mar que salían por centenares a la carretera, y solo se oía el crac crac, experiencia que muchas otras personas me han dicho que compartieron, y todavía recuerdan.
Nos pasábamos los fines de semanas en casas de amigos, principalmente los Collies, donde cenábamos cangrejos al machaque sazonados con leche de coco, que era la especialidad del cocinero jorobado que tenían, mientras los niños corrían libremente por la playa para jugar haciendo castillos de arena o bañarse en la orilla del mar.
Todavía en la zona se mantiene la tradición de la venta de cangrejos, pero estos son cangrejos azules de cuevas del río. También se obtiene aún bastante pesca, de ahí que según me cuenta Amado, ya tiene más de 40 años dedicado al oficio de reparar redes. La primera vez que visité el barrio lo alcancé a ver reparando una red verde brillante que contrastaba en su colorido con los colores pardos del barro de los callejones.
Doña Marina me dice que tiene más de 20 años haciendo arepas porque antes del desalojo lo que hacía era yaniqueques para vender a orillas de la carretera, pero que sus arepas se han hecho tan famosas que las compran para llevarlas a los “países.” Prometí volver a visitarla porque las últimas dos veces que he ido ha estado en proceso de preparación de la masa y todavía no he probado las dichosas arepas.
Finalmente nos paramos a hacer nuestra compra habitual donde el Jabao que en ese momento no estaba, pero sus empleados que ya nos conocen nos vendieron la masa de muela de cangrejos que queríamos comprar y hasta nos ofrecieron ir a comprarnos par de cervezas para compartir, lástima que los apagones no dan tregua y fue imposible conseguir unas frías.
jueves, 8 de octubre de 2009
CUMPLIENDO UN AÑO EN METRO COUNTRY CLUB
Hoy hace un año que montamos nuestros motetes en un camión de mudanza y vinimos a vivir a Metro. Ha sido como llegar a una meta luego de recorrer un camino de más de diez años, pues la idea de venir a vivir para acá me surgió durante un pasadía al que nos invitaron unos amigos, en una casa de veraneo que tienen aquí. De ahí surgió también la idea de celebrar el torneo de golf El Peje Invitacional que el próximo 24 de octubre celebraremos por decimotercera vez.
Una vez vi una película de ficción cuyo tema era que en las ciudades del futuro la gente tendría que sobrevivir en domos, pues fuera de éstos la vida estaría llena de peligros como la desertificación, la violencia, el salvajismo, en fin algo así como retroceder a la era de las cavernas, pero sin la ingenuidad primitiva que imagino tendrían nuestros Trucutús de entonces. Cualquier similitud con lo que ocurre en la actualidad es pura coincidencia. Desde entonces me surgió la idea de encontrar mi domo.
Así fue como tras los más de diez años que me tomó convencer a mi esposo y el año que duró la construcción, nos mudamos finalmente un 8 de octubre. Pasamos los primeros días en los ajetreos que implica hacer de una casa un hogar, durmiendo durante una semana en el apartamento de una amiga en Guavaberry para no coger tanta lucha, en lo que terminaban los últimos trabajos, hasta que llegó la hora de pasar en la casa nuestra primera noche.
Era una hermosa noche de luna de octubre, recuerdo que nos sentamos en la terraza a contemplarla y la sensación sobrecogedora del silencio que nos rodeaba. Estuvimos mucho rato disfrutando este momento hasta que a duras penas nos decidimos a retirarnos a nuestra habitación. En reiteradas ocasiones he comentado que los atardeceres en estos lares son un espectáculo. El primero que viví en mi casa, venía yo bajando las escaleras desde el segundo piso, cuando vi luces rosadas dando vueltas en el atrio como si fuera una discoteca.
Eran los rayos del sol que, antes de ocultarse, se filtraban bailando a través del gran ventanal de blocks de vidrio que da hacia el frente, haciendo un efecto de luces que aunque solo duró segundos, dudo que alguna vez lo pueda replicar un luminotécnico.
En el curso de este año hemos recibido visitas de familiares y amigos hasta perder la cuenta. Hemos disfrutado nuestro patio y la piscina, las hamacas, no se cuántos barbeques, cualquier cantidad de cervezas, tengo un montón de corchos de todos los vinos que nos hemos bebido.
Poco a poco mi esposo que es acelerado e hiperactivo, se ha ido acostumbrado a este nuevo ritmo de vida. Para mí en cambio, que soy introvertida y reflexiva, disponer de tiempo fuera como ponen ahora a los niños cuando se portan mal, es lo que para un goloso disfrutar de un banquete. Empero, también he disfrutado, con la mente abierta, de cosas que no acostumbraba ni tenía la oportunidad de realizar, como reírme hasta salírseme las lágrimas jugando bingo, asistir a reuniones de crecimiento espiritual, actividades de servicio a la comunidad como limpiar la playa o apoyar a los seminaristas, compartir a menudo con los vecinos, volar chichiguas, montar bici o simplemente caminar por las calles de forma despreocupada.
Actualmente estoy leyendo un libro que promete llevar a sus lectores a un lugar lleno de retos, para hacer de nuestra mente una, integrada de tal forma, que nos lleve a nuevas maneras de pensar acerca de un futuro que ya está aquí con nosotros. Los pasos para llegar a este lugar son: el diseño, la narración, la sinfonía, la empatía, el juego y el significado. Juandoliando, empecé por diseñar mi casa tal como yo la quería, narro mis experiencias y las historias que escucho, veo la vida desde la perspectiva de un todo, hago empatía con la gente que me rodea, he vuelto a jugar y reír con y como los niños, y lo más importante, mi vida está llena de significado.
sábado, 3 de octubre de 2009
LIMPIEZA DE COSTAS
Uno a uno veo mis sueños hacerse realidad desde que estoy Juandoliando. Este sábado 19 de septiembre, uno de los jóvenes del grupo de más de 100 personas del que formé parte como líder de costa, al observar mi entusiasmo, me preguntó si es que siento pasión por Juan Dolio.
Mi respuesta fue que mi pasión es lograr que se descongestione la capital incentivando a la gente a que disfrute mejor calidad de vida viviendo en lugares como éste, por su cercanía a la ciudad.
Pero reflexionando sobre el tema de qué es lo que me apasiona, debo remontarme a mi infancia cuando mi papá me inculcó la importancia de cuidar el medio ambiente.
Luego de 25 años en la banca gubernamental y cinco como profesora UNIBErsitaria, durante los cuales me realicé como madre de cuatro hijos y abuela de cinco hermosos nietos, tengo tiempo ahora para escuchar a la gente, compartir actividades al aire libre, escribir mis vivencias, y sobre todo volver a disfrutar de un huerto y un jardín. De ahí que temas como cuidar nuestras playas, contribuir a la toma de conciencia de que ya llegamos al punto crítico con el cambio climático y que es necesario que comencemos a añoñar nuestra Madre Tierra, ocupan hoy en día gran parte de mi tiempo y mis pensamientos.
La jornada de limpieza comenzó temprano, poco a poco se fue congregando la gente que vacaciona o vive en la zona, jóvenes voluntarios que vinieron de la capital y, al igual que en los demás puntos de todo el país donde la colaboración del sector empresarial privado se hizo presente, una guagua llena de empleados de una empresa fabricante de pinturas.
En el grupo fue notoria la presencia de familias extranjeras, padres e hijos, los niños con sus mochilitas dispensadoras de agua en la espalda, por lo que Gisellita, una de nuestras líderes de costa no pudo evitar exclamar: - ¡Qué chulas, yo quiero una!- ¡como se ve que es gente acostumbrada a participar en este tipo de actividades! pensé yo. Conmovida ayude a los niños a ponerse sus guantes y con su bolsa en las manos, en grupos de cuatro, iniciaron su trabajo dispuestos a vivir una divertida aventura.
Ricardo vino de Estilo/s a tomar la foto para esta columna, y cuando buscábamos la mejor ubicación y escogí una de las fundas llena de basura, para mejorar mi pose, no pude evitar un ¡guácala! y oír el estallido de risas porque en ésa precisamente habían depositado un ratón muerto. Compuse mi cara lo mejor que pude y aguanté el bajito, pues todo sea por la compostura y mi labor de columnista.
Tomamos un breve receso para almorzar y esperar a los tardíos, y al final vino la parte pesada del trabajo, clasificar la basura, pesarla en la balanza de mi baño que llevé para tales fines, anotar en los formularios el tipo de basura que contenía cada bolsa, y creo que todo el que esta leyendo ya adivinó: 85% era plástico, 10% vidrio incluyendo muchas botellas rotas y 5% latas y basura miscelánea, como el famoso ratón, pues aunque se suponía no recogiéramos materia biodegradable quisimos que tras nosotros solo quedara el agradable olor a mar.
domingo, 27 de septiembre de 2009
SIETE MESES AND STILL COUNTING...
Juandoliando tiene ya siete meses y celebra su cumple inaugurando su nueva línea de cachuchas, tshirts y poloshirts.
La introducción de esta nueva línea de ropa de veraneo se realizó en la playa, como es natural, con motivo del Día Internacional de Limpieza de Costas, entrada que se publicará próximamente en Estilo/s.
En la foto, la entrega de una cachucha al primer seguidor del blog, el “Dotor”, Pedro Ricart mi cuñado y amigo que no solo lee con interés mis textos sino que me estimula continuamente a seguir este proceso creativo que significa escribir.
Decían García Lorca y Gabo García Márquez: Escribo para que me quieran. En mi caso, no escribo para que la gente me quiera, sino para que quieran un nuevo estilo de vida, con menos complejidades, con más aire libre, disfrutando actividades como montar bici y volar chichiguas con los niños, una vuelta a disfrutar la vida sencilla, el compartir entre amigos sin ostentaciones, sin tener que hacer inútiles demostraciones de los teneres, más bien hacer énfasis en los seres.
Pienso y siento, porque recibo día a día muchas manifestaciones de ello, que escribir mis vivencias Juandoliando suscita en la gente el deseo de vivir este nuevo estilo de vida, y aunque muchos todavía no se atreven a dar el gran salto, creo que poquito a poquito se convencerán de que en la vida hay que tomar riesgos para tener momentos emocionantes, fuera de la rutina.
Si al final, con mi tarea contribuyo a hacer de esta tierra un lugar mejor donde vivir, sentiré que mi esfuerzo, aunque sea del tamaño de un granito de arena, será tan importante como lo son cada uno de los que componen la gran playa del mundo, para que formemos una gran ronda kronopiana y exclamemos ¡qué felices somos!
sábado, 26 de septiembre de 2009
lunes, 21 de septiembre de 2009
UN VERDADERO GENTLEMAN
(Gente de Aquí)
Nacido de padre inglés, procedente de St. Kitts, que vino en los años 20's a trabajar al país como capataz en Central Romana y de madre dominicana, José Emilia, nuestro Supervisor de Vigilantes, es el menor de quince hermanos.
Escuchar su historia me hace sentir esperanza de que sin usar la lámpara de Diógenes todavía puedan encontrarse hombres serios y honestos.
Me cuenta que desde niño sintió una fuerte afición al deporte, particularmente al béisbol. Su vida era estudiar y su pasión jugar pelota, aunque no desperdiciaba ocasión para hacer algún trabajo y ganarse unos chelitos.
Comenzó a trabajar muy joven en la zona franca de San Pedro de Macorís, como pulidor de diamantes y soñaba con que algún escucha de beisbol lo seleccionara para Grandes Ligas. Cuando la oportunidad se le presentó tuvo que desecharla para no comprometer sus valores morales y dijo adiós a su sueño de ¨poner a valer a su mamá¨.
Dice que obtuvo su actual trabajo gracias a que, aunque sólo terminó sus estudios primarios, habla inglés porque estudió en un colegio bilingüe y su papá le reforzaba por las noches sus conocimientos de ese idioma.
Hace once años, recién estrenando su actual trabajo, caminaba en la noche en su función de vigilante cuando se encontró con Steve Ankrom, V.P. de Ventas de Grupo Metro, contemplando el cielo y le preguntó:
-What are you looking in the sky?
Steve, sorprendido, le preguntó a su vez:
-Where did you learn English?
Caminaron juntos varias cuadras y José le contestó que lo había aprendido en la escuela. Al otro día lo llamaron para encargarle las funciones actualmente a su cargo.
Realiza sus labores desde la puerta principal de este proyecto, con tanto esmero y dedicación que goza del aprecio de todos los que aquí vivimos.
Es además un resuélvelo todo y dudo que exista alguien aquí que no haya recurrido a él en algún momento para pedir su ayuda, pues tiene una capacidad de servicio solo superada por el respeto y la corrección con que trata a todos, es un verdadero gentleman.
Tiene tres hijos, dos varones de 18 y 4 años, y una joven de 15. Sus dos hijos también se llaman José y quieren ser peloteros; el mayor entrena duramente para alcanzar su meta. Le brillan los ojos y no puede evitar una sonrisa, en su rostro generalmente serio, cuando habla de sus hijos. Como solo es capaz de hacerlo un buen padre, aunque le encanta compartir con sus hijos, trabaja sin descanso para proporcionarles la mejor educación que sus medios le permitan, porque aún si alguno de ellos lograra ser seleccionado por un equipo de Grandes Ligas, insiste en que también hagan una carrera universitaria y se preparen debidamente para el futuro.
Yo, que de tanto rezar mi rosario tiene las cuentas un tanto gastadas, pidiéndole a la Virgen que interceda por mis proyectos, los de mis hijos, mis familiares y amigos, por mi país y el mundo, ahora agregaré uno más para que José realice sus sueños a través de alguno de sus dos José.
sábado, 12 de septiembre de 2009
Las 3 R's
El miércoles estaba en Santo Domingo con mi alter ego palacapi.com/stress visitando el dentista y aproveché para ir a PriceSmart a surtirme de algunos productos de limpieza que compro en cantidades grandes, porque me resulta más económico y me evito estar pendiente de ese tipo de cosas a cada rato. A la salida, cuando estaba colocando mi compra en el baúl del carro, un señor se me acercó buscando oídos a su protesta de que ya no empacan ni siquiera los objetos menudos. No pude evitar contestarle que, en lo personal, estoy de acuerdo con la medida de reducir el uso de las fundas plásticas y que además para eso están las bolsas reusables que venden para esos fines. Esto me puso a pensar en este tema que es algo sobre lo que hace mucho quería escribir.
Lo primero que hice fue buscar en Google y ponerme a leer un poco sobre el asunto, y me di cuenta de que aunque había oído hablar de Reducir, Reciclar y Reusar, son muchas las confusiones que me causa el tema y mucho lo que me falta por aprender.
Si tuviera que tomar un examen de Reducir, lo menos que saco es A porque, para complementar mi media naranja que es comprador compulsivo, siempre he sido parca en el comprar. Aún así en mis mudanzas he descubierto cuánto dinero he dejado de usar para otros fines más placenteros, como viajar por ejemplo, en lugar de haberlo gastado en disparates que a veces con poco o ningún uso he tenido que regalar más adelante. Reducir se refiere no solo a comprar únicamente lo necesario, sino también comprar artículos con el mínimo de empaques posibles, que son los extras que nos cobra quien fabrica y empaca el producto, muchas veces solo para hacerlo más atractivo como el caso de los cosméticos , y al final es dinero nuestro que va a parar al zafacón. Claro, lo que soy yo me gustaría reducir mis canas, mis arrugas y mis manchas, por solo citar algunas, pero con eso lo más que llego es a reciclar, ¿o será a reusar?
Reciclar se refiere a separar lo que sirve de un objeto para reutilizarlo más adelante, reducir la basura, alargar la vida de algo, aunque sea para diferentes usos. Ahí es que me vuelvo un lío, porque yo pensaba que era una experta en reciclaje ya que hay que ver las maravillas que hice con mis muebles, adornos y visillos, para adecuarlos a mi casa de playa y que luzcan como hechos a la medida de Juandoliando, incluyendo una botella de vino de un galón, vacía por supuesto porque ya nos la bebimos, que utilizo para recoger autógrafos de mis visitantes. Y ahora resulta que cuando se repara algo, eso es reusar, porque reciclar significa que el objeto se destruye completamente para volver a hacer uno nuevo, y los casos más citados son papel, cartón, vidrio, recargar pilas y rellenar cartuchos para imprimir, o sea que por mucho que haga con mis canas y arrugas, nunca podré destruirlas para hacer una nueva yo. Y me sigo volviendo un lío porque resulta que al comprar productos de tamaño familiar o en cantidades grandes no estoy aumentando sino reduciendo.
Finalmente Reusar (me gusta mas reutilizar no vaya a ser que quien lee esto rehúse seguir leyendo) consiste en volver a usar objetos que ya hemos utilizado, por ejemplo las franelas, calzoncillos y medias desbembadas del marido, convertirlas en trapos para limpiar, pero ¡cuidado! no vaya a ser que esa pieza que usted coge para darle brillo a su madera, se recicle convirtiéndose en manzana de la discordia porque resulta que esa era su favorita y usted termine sintiéndose reducida con el boche que le dan.
viernes, 28 de agosto de 2009
DESPIDIENDO EL VERANO EN BICI
El sábado pasado nos fuimos para The Club Residences Collection @ Guavaberry a despedir el verano montando bicicletas. El calor hacía su agosto pero, a través de las nubes grises, alcancé a ver un rayo de luz que prometía que el sol volvería a brillar, así que a pesar de la lluvia la competencia de bicis se hizo y gozamos un montón.
Con música, algodón de colores, refrescos y payasos comenzó la actividad llenando el lugar de alegría. Fue una tarde diferente, divertida, en la que adultos y adolescentes nos igualamos a los chiquitos porque ¡esos si que saben disfrutar! Los jóvenes calentaron haciendo piruetas de equilibristas, los chiquitos practicaron para coger confianza.
Cuando Paula dio el inicio, mis amigos de Las Brisas se montaron en sus bicis y salieron brisiaos, así que se ganaron la mayoría de las medallas. Comenzamos con la carrera de relevo y el trabajo en equipo de Angélica y Ricardo con sus hijos les dio las primeras medallas.
Isabel Mumy salió decidida con su banderín bien sujeto entre los labios perfilándose ganadora. A Raquel se le trabó la faldita en la cadena de su bici y se fue de bruces arrastrando a Mumy en su caída. Isabel Cookie y Marité vinieron al rescate y unos besitos de Carolina salvaron la situación.
Luego Andrés, aunque al principio estaba renuente a participar, se decidió en último momento y se llevó la medalla de los más chiquitos. Tanto me emocionó verlo encabezar a los otros niños que me uní al clamor que lo motivó a llegar primero a la meta. Sus papás Beatriz y Félix vinieron a tiempo para ver su pechito erguido y su carita feliz al recibir la medalla de manos del Señor Payaso.
Simón y José después de ganar la competencia de relevo con sus papás, volvieron a ganar en la categoría correspondiente a su edad. Me imagino que como tienen mucho espacio en Guavaberry para practicar cada vez que vienen a pasar el fin de semana, los chicos se han convertido en verdaderos pros. Y, hablando de practicar, eché de menos a Teresa que se pasó los dos últimos fines de semana previos sacando su bicicleta lista para la competencia, y al final se la perdió.
Las repentinas lluvias nos hicieron correr a buscar refugio y eso fue parte de la diversión, porque una vez bajo techo, allí todos apretujados, comimos hotdogs y helados, armamos la chercha y esperamos a que pasara la llovizna para volver a la carga. Nuevamente la lluvia nos dio tregua y llegó el momento de ¨Mi papá corre más rápido que el tuyo¨, esta vez con la participación de Raúl Ruiz, César Herrera, Ramón Sosa, Daniel Canela y Ricardo Tejada, y éste último volvió a ganarse la medalla, quedando Danny en segundo lugar y mi compadre Raúl en un honroso tercero porque su bici le hizo que se yo cual maldad.
Tuve que marcharme aunque todavía quedaba mucho que disfrutar porque esta vida Juandoliando me tiene socializando más de lo que yo esperaba, y todavía me faltaba el Baby Shower de la hija de Sofía con mis amigas del Bingo Club y por supuesto el Happy Hour de Metro que no me quería perder.
viernes, 21 de agosto de 2009
TGIF
Recientemente acompañé a mi esposo y otra pareja de amigos al campo de golf. Aunque no soy deportista porque siempre he sido una maleta en la materia, cuando el día está fresco me encanta manejar el carrito y ver los golfistas jugar. Así que protegida con una visera y bloqueador solar, cámara en mano y equipados con nuestra neverita llena de cervezas frías y botellitas de agua, emprendimos la aventura.
Para mí el golf es un deporte lleno de rituales y, a diferencia de otros deportes que tienen uniformes característicos, la diversidad de las vestimentas que usan los golfistas es lo primero que llama mi atención, ya que con la excusa de que resulten llamativas para evitar se les pegue un bolazo mal tirado, hay muchas tan pintorescas que realmente se exceden.
Se empieza en el tee de salida del hoyo uno y como lo que disponen las reglas es practicar un rato antes en el driving wrench, para calentar, si no se hace comienzan a fallar los swings.
La meta es hacer algunos pares y birdies, incluyendo algunos boggies, pero si se empieza con varios doble boggies, la bola cae en una trampa, al agua, o se tripotea, seguro que el jugador está en problemas.
Ya es cerca del mediodía, el juego no está marchando muy bien y se tiene la excusa perfecta para empezar a beberse la primera cerveza. Con todo y que está soplando buena brisa y todavía no hace tanto calor, la primera fría siempre provoca un ¡Ahhhhhh!, y a partir de ahí comienzan a mejorar los tiros.
En la próxima salida la bola va derechita atravesando el fairway, por suerte no torció hacia la izquierda porque los roughs están muy altos y se coge una pela tratando de encontrarla.
Si sale un mal tiro, siempre le echan la culpa al caddie por insistir en que usen una madera en lugar de haber utilizado un hierro.
Terminada la primera ronda, el juego no ha ido tan mal después de todo, porque el hándicap ayuda a rebajar algunos tiros.
Lo malo es que en el próximo hoyo, la bola se va para un monte, entonces hay que desmontarse de los carritos y fajarse a buscarla Esta es la excusa perfecta para beberse otra cerveza y que el tiempo que se pierda se utilice agradablemente, no sin antes haber tirado la foto de los golpes en el suelo con el palo para desquitarse del pique, porque a bola perdida, puntos de más agregados.
En esto recibo una llamada, es mi hija que me llama y me pregunta dónde estamos porque el teléfono de la casa nadie lo contesta. Le cuento entonces las penurias que pasamos tratando de encontrar la bola y suelta una carcajada cuando me dice que mientras ella, al igual que tantos otros, se afanan en la capital y tienen desde temprano como status de su Facebook las siglas TGIF (Thanks God it´s Friday) para nosotros aquí en Juan Dolio cualquier día puede ser un viernes.miércoles, 12 de agosto de 2009
EL ENCANTO DE RECIBIR VISITAS
Hay quienes buscan la soledad, y yo me incluyo porque a veces me gusta retirarme un rato para pensar, orar o simplemente leer un buen libro, pero indudablemente los seres humanos somos gregarios desde niños. Por eso muchas personas se deprimen cuando están solas y creen que estando en una ciudad rodeadas de gente y mucho ruido están acompañadas, cuando la verdad es que estar solo en una multitud es una de las peores formas de soledad.
Si vives en Juan Dolio, o tienes una casa o apartamento para vacacionar en la zona, es muy probable que recibas muchas visitas, compartas y realices actividades con tus vecinos, familiares y amistades.
Imagínense yo que estoy casada con un coleccionista de amigos, porque así como hay gente que colecciona sellos, memorabilia y hasta ranitas de cerámica, mi esposo colecciona amigos. A algunos los conoce desde la infancia, compañeros de clases de primaria hasta la universidad que, a diferencia mía que soy una despistada, a todos recuerda; vecinos desde que era un niño, gente con quienes trabajó alguna vez, jugó pelota, caminó en el Mirador o juega golf, tantos que si me pongo a contarlos no termino.
A esto se agrega que tengo una familia larga, formada por muchos hermanos, cuñados, sobrinos y nietos para solo mencionar algunos, y cuando añadimos la familia política de todos, como le gusta a mi hermana Esmirna, es fácil que en cualquier reunioncita lleguemos a cien personas.
Cuando esto sucede se arma tremenda barahúnda, especialmente a la hora de la comida, donde hay que gritar: ¡Sálvese quien pueda!, y en menos que canta un gallo, probablemente se consuma cualquier cantidad de carne, si es un BBQ, o una olla enorme de sancocho u otro tipo de caldo o guiso a los que somos aficionados en la familia. Disfrutar de una familia tan grande es un privilegio que no todos tienen, aunque también es cierto que puedes quedar exhausta.
Otras veces recibo la visita de grupos de amigos que vienen, generalmente los domingos, traen postres, bebidas o picaderas y se arma el can en la terraza y en la piscina, donde los niños juegan, ríen o corren y los adultos disfrutamos unos traguitos conversando y viendo gozar a los niños.
Cualquier día de la semana es muy común nos visite un vecino o alguien que esté en el área, sobre todo gente que tiene una construcción en proceso y viene a refrescarse un rato, beber agua o botar el golpe de bregar con los obreros.
Pero mis preferidas son las visitas en que nos reunimos solo un grupito de amigas, entonces puedes conversar sobre todos esos temas que siempre tenemos pendientes las mujeres, almorzamos, no sin antes beber un vinito, una cerveza o un refresco, para cerrar con broche de oro compartiendo solo una probadita del postre, porque a todas nos preocupa estar pasadas de libras y finalmente el cafecito, para darnos cuenta que se nos quedaron cosas que no pudimos contar y que por tanto hay que programar enseguida cuándo será la próxima juntadera.
sábado, 25 de julio de 2009
¡LLEGO PAPÁ!
Aunque los comerciantes hacen su esfuerzo, el Día de los Padres llega con menos bulla que el de las Madres, quizás porque en nuestra sociedad la triste realidad es que la mayoría de los hogares hoy en día están encabezados por madres solteras, verdaderas heroínas que tienen que ser mamá y papá.
Aún así veo en los niños que me son más cercanos, como la llegada de su papá es causa de algarabía, les brillan los ojitos y corren a abrazarlo diciendo ¨Llegó Papá”.
Me vienen recuerdos de mi infancia en que la llegada de papá a nuestra casa significaba para nosotros cerciorarnos de que todo estuviera en orden y ¡ay de aquel que estuviera en falta!
Mi papá expresaba a su manera su ternura de padre hacia nosotros porque en aquel entonces era el papá quien asumía el rol de corregir y enderezar, hoy en día creo que hasta eso le han dejado los hombres a las mujeres.
A él le debo mi afición a la lectura pues fue en su pequeña biblioteca donde me hice amiga de las letras, con libros tan difíciles como La Ilíada y la Odisea de Homero,Las Vidas Paralelas de Plutarco, los Diálogos de Platón o Las Aventuras de Telémaco. De ahí salieron nuestros nombres que me vi obligada a repetir cada inicio de curso durante la Primaria, ya que no sé porqué a mis profesoras les cogía el primer día de clases con decirme que me parara a decirlos delante de todo el curso.
A papá le encantaba también ponernos a resolver problemas matemáticos mentalmente a la hora del almuerzo, nada de estar haciendo la mínima sumita con calculadora como ahora.
Para el Día de Reyes no he conocido a nadie que disfrutara tanto de la sorpresa que nos causaba encontrar nuestros juguetes al pié del árbol de Navidad. El se esmeraba en que, aún viviendo nosotros en Bonao, tuviéramos las mejores muñecas, bicicletas y todo tipo de juegos para que no echáramos en falta los que repartía Petán en el pueblo, los que nosotros teníamos terminantemente prohibido aceptar, pues mi papá fue un antitrujillista rotundo, además de ser la persona más honesta y seria que he conocido en mi vida.
Me lleno de orgullo cuando he visitado en Santo Domingo los pocos comerciantes de su época que todavía le sobreviven, quienes eran suplidores de sus tiendas de Bonao, pues cuando se enteran de que soy su hija expresan alabanzas y reconocimiento a su integridad.
Oriundo de Gurabo, Santiago, hijo de campesinos, fue con su familia a radicarse en Bonao, hizo sus estudios de bachillerato en La Vega, y fue un autodidacta que podía dialogar con cualquiera prácticamente de todo tipo de temas. En una época en que pocos viajaban, y mucho menos la gente de Bonao, viajó a Argentina y tuvo la visión de enviar sus hijos a hacer carrera a Europa, en mi caso al Canadá, en tiempos que a poca gente se le ocurría enviar sus hijos a estudiar sin becas, si no en base a la pequeña fortuna que hizo chele a chele.
Desde este ¨sitio¨ como dice mi seguidor Juandoliandero de España, Antonio Segura Aznar, hago en memoria de mi padre Amado Frías, que siendo un comerciante de Bonao me llevó con las alas de su imaginación a ser ciudadana del mundo, un reconocimiento muy especial a todos los padres en su día: a mi esposo, a mi hijo Carlos, a mis yernos Nicolás y Juan Manuel, a Raúl Ruiz mi compadre y papa sin acento, a mis hermanos, cuñados, sobrinos y amigos, en fin a todos los papás que han aprendido también a ser mamás.lunes, 20 de julio de 2009
DESPERTAR EN JUAN DOLIO O EN LA CAPITAL
Vivir en Juan Dolio no significa que estés desterrada, como algunos parecen entender. De hecho, a menudo recibo invitaciones a eventos y actividades familiares y sociales, a compartir con amigos, o necesito realizar diligencias y gestiones personales que me obligan a trasladarme a la capital una o dos veces por semana.
Lo que les puedo asegurar es que después de un día o dos de soportar el reperpero de la ciudad me dan ganas de salir disparada para mi casa, a disfrutar del silencio, mi gozo y mi paz, ya que es ahora que puedo comparar lo que es despertar en Juan Dolio o en la capital.
En la capital no despiertas, ¡te despiertan!, pues aún con el zumbido del aire acondicionado, el estruendo de un bocinazo te hace saltar de la cama a enfrentarte a los tapones, coger pique con un Amet, caminar con cuatro ojos no te vayan a arrancar la cartera, pegarte tremendo susto cuando de repente un fenómeno te toca el vidrio del carro de forma amenazante, y frustrarte cuando sales con una lista de cinco cosas pendientes para terminar resolviendo solo una. Lejos están los días en que lo que oías al despertarte era la voz de los pregoneros cuando gritaban “palitos de coco” o “marchanta aquí están las flores”, “alegría¨!, salías de tu casa, y en cinco o diez minutos llegabas al trabajo o al colegio de los niños.
Despertar en Juan Dolio en cambio es como si durmiera dentro de un caracol, cuando vengo a darme cuenta me quedo seducida cual sirena en los brazos de Morfeo, y aún con los ruidos que hace mi esposo, que es madrugador, al levantarse para caminar temprano, mis intenciones de acompañarlo se quedan muchas veces en ¨mañana sin falta voy¨.
Aprovecho entonces los primeros rayos del sol sentada en mi terraza, con la quietud y el silencio que me invitan a orar, dedicando al Señor estos momentos, sin que nada me interrumpa, y luego me paso el día viviendo lo inesperado.
Es un nuevo estilo de vida que trae cada día un programa diferente, la visita de amigos que cambia los planes de almuerzo, la oportunidad de servir a la comunidad para la cual trabajamos, ir a comprar pescado o mariscos que acaban de traer los pescadores a la playa, que si tengo que ir a San Pedro a comprar algo en Jumbo, o te encuentras con conocidos que hace tiempo no veías y te paras a conversar sobre las experiencias de vivir en la zona.
La calle donde vivo es como un amplio parque por el que se puede caminar o montar bicicleta a cualquier hora, libre de temores, y al caer el día, los atardeceres son un espectáculo por el que no necesitas pagar entrada.
Es este salir de la rutina, por no mencionar tantas otras cosas, lo que me convence cada día más de lo acertada que fue la decisión de pasarme el resto de mi vida Juandoliando.
jueves, 9 de julio de 2009
GLAMOUR PLAYERO
Con este calor es difícil mantener el glamour, pero se hace el esfuerzo. Voy al menos una vez a la semana al salón de Elizabeth Zorrilla, en Plaza La Luna. Elizabeth formó parte de la familia Metro durante varios años, como empleada. Ahora que tiene su negocio propio somos muchas las clientas que tiene, no solo de Metro, sino también de otros lugares de Juan Dolio.
Luego de trabajar en Metro durante unos siete años, decidió independizarse y poner su salón, en el que también vende, como es de rigor en este tipo de negocios, productos de belleza, bisutería, ropa casual y hasta granolas, a las que a veces recurro cuando tengo que esperar mucho rato y me entra hambre, el cafecito va por cuenta de la casa.
Me río mucho con ella porque es “un coro”, como se dice hoy en día, y si tiene que salir a beberse una cervecita por los alrededores, por lo general está dispuesta a hacerle compañía a alguna clienta solitaria que necesite tal vez alguien con quien conversar.
Vilma, Giselle y Vivi sus empleadas, son chicas atentas, amables y hacen muy bien su trabajo. De hecho me ha ido bien con los tintes y hasta Chichi, mi hija menor, aficionada al saloneo, pero difícil de complacer, cuando viene de Colombia va no solo para lavado y blower, sino hasta para hacerse rayitos.
En el salón siempre encuentras con quien echar un conversao y aunque no conozcas de antemano a tus compañeras de turno, al final termina uno contándose los últimos chismes porque como dice Chichi, ir al salón es como ir al psicologo, a desahogarte en una silla reclinable mientras te lavan la cabeza, te secan el cabello, te pintan las uñas al tiempo que vas llorando las penas o contando algo emocionante que te esté pasando, mientras te bebes un cafecito, un té frio y en algunos hasta picaderas en los días especiales. Ella dice que a diferencia de un psicologo que uno sale con cara de “haber botado todo por la boca” en el salón sales con la cara relajada, cuerpo erguido, cabello hermoso y todo lo demás bien puestecito. Realmente es cierto lo de que sirve de terapia y más cuando en algunos puedes disfrutar de un spa o de una limpieza facial.
Me cuenta Elizabeth que por la zona hay mas de 15 salones, de los cuales yo he visitado también el de Nora, esposa del dueño del resturante Mandalay, ambos negocios frente al Capella. Pero me he acostumbrado al de Plaza La Luna porque aparte de que me tratan bien, queda más cerca de mi casa. Es fácil de localizar, cuando vienes por el boulevard que pasa frente a Metro Country Club, entrando por la estación de la policía, doblas a la izquierda y pasas frente al Hotel Coral Costa Caribe y a pocos metros vas a localizar la placita. No hay lugar para extraviarse ni para tener pelo feo, pues desde hace mucho oigo decir que no hay mujeres feas sino mal cuidadas.